Boletín UNAM-DGCS-661
Pies de foto al final del boletín
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Rafael Navarro-González, del Instituto de
Investigaciones de Ciencias Nucleares de la UNAM, y Christopher McKay, de la
NASA, hallaron una crisis de nitrógeno en el período precámbrico
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El descubrimiento, relacionado con la fijación del
nitrógeno, es publicado hoy en la revista internacional Nature
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La
contaminación atmosférica actual podría conducir a
cambios en la evolución y la extinción de organismos
Con el hallazgo de una crisis de nitrógeno en el período precámbrico
(hace dos mil millones de años) se descubrió una catástrofe que
llevó a la muerte a muchas poblaciones biológicas, lo cual revela que tan delicado es el balance entre la atmósfera
y la evolución de los seres vivos.
El descubrimiento, efectuado por el investigador universitario Rafael
Navarro-González, del Instituto de Investigaciones de Ciencias Nucleares, prueba con su hallazgo el papel fundamental de la
atmósfera para la evolución de la vida, y advierte la importancia de preservar
el medio ambiente, pues “la contaminación atmosférica podría
conducir a cambios significativos en la evolución y la extinción de muchos
organismos”.
El hallazgo fue
realizado por el universitario, junto con su estudiante de doctorado Delphine
Nna Mvondo, y el doctor Chistopher McKay, del Centro de Investigaciones Ames de
la NASA.
En conferencia de prensa efectuada en la sala
de Consejo de la Coordinación de la Investigación Científica, el científico mexicano, hizo un llamado a
cuidar la atmósfera (que constituye menos del 1% del
tamaño de la Tierra), ya
que de continuar la situación de contaminación actual, “podemos perturbar la
biósfera, con consecuencias importantes para el futuro”.
El descubrimiento del
equipo de investigación, publicado hoy en Nature, una de las revistas
científicas más prestigiadas del mundo, cambia la idea que se tenía hasta ahora
de que cuando aparecieron los primeros seres vivos agotaron rápidamente los
nutrientes a su alrededor, con lo cual se produjo una crisis ecológica.
Lo que sucedió en
realidad fue que se registró una disminución de los niveles de dióxido de
carbono en la atmósfera que condujeron a la falta de fertilizantes para la
vida, crisis que al parecer tuvo una duración de un millón de años.
Sin embargo, algunos
seres vivos lograron desarrollar o innovar su metabolismo para poder, mediante
mecanismos biológicos, producir sus propios fertilizantes.
Ello se debió a que el
dióxido de carbono, cuya presencia en la atmósfera era muy abundante, al ser
muy soluble en el agua, se precipitó formando rocas sedimentarias. De ese modo,
su concentración disminuyó rápidamente.
El nitrógeno, elemento
esencial para la vida, para ser aprovechado por los seres vivos, requiere
transformarse. En la atmósfera es inerte, por lo que se necesita de un proceso
energético (en este caso los relámpagos que pueden alcanzar hasta 20 mil grados
centígrados) para que sus moléculas se disocien.
En la actualidad, los
seres vivos (básicamente formas microbianas) tienen la capacidad de utilizar el
nitrógeno atmosférico y convertirlo en fertilizantes, en particular amoniaco.
Pero la atmósfera de
la Tierra primitiva era diferente. En el Laboratorio de Química de Plasmas y
Estudios Planetarios del ICN, a cargo del doctor Navarro, se simuló su
evolución y los relámpagos en microescala (menos de un milímetro).
Se encontró que cuando
la atmósfera era rica en bióxido de carbono se tenía una producción alta de
fertilizantes, de alrededor de mil millones de toneladas, pero al evolucionar y
hacerse rica en nitrógeno esa producción disminuyó en dos ordenes de magnitud,
lo que ocasionó la crisis ecológica.
Navarro precisó que no
es posible medir el impacto que dicha falta de fertilizantes tuvo en los
ecosistemas, ya que hace falta un registro fósil más extenso, pero sí existe la
evidencia atmosférica de que ello ocurrió.
Este descubrimiento,
aseguró, se relaciona también con el cambio climático que registra el planeta
en la actualidad, producto del aumento en los niveles de dióxido de carbono
debido a la combustión de hidrocarburos, ya que al aumentar la temperatura, se
pueden alterar los ecosistemas.
En el caso de los
bosques, éstos podrán desarrollarse a alturas mayores que las actuales, pero
también podría derretirse el hielo de los polos, por ejemplo.
Con el desarrollo
industrial los niveles de óxidos de nitrógeno han crecido de forma alarmante;
ellos son útiles en la parte baja de la atmósfera, como fertilizantes para los
seres vivos, pero si logran penetrar la estratosfera conducen a la destrucción
del ozono en forma catalítica.
“Los seres humanos no
somos estáticos, estamos en un proceso de evolución; aunque no nos damos cuenta
nos adaptamos al medio ambiente. Por eso, el efecto de los óxidos de nitrógeno podría
impactar la evolución de los seres vivos ya que las concentraciones son
considerablemente mayores a la que encontré de evidencia durante la crisis en
el pasado”, finalizó.
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Pies de foto
En el laboratorio de Química de Plasmas y Estudios Planetarios del
Instituto de Ciencias Nucleares se simula la evolución de la atmósfera
terrestre, y, como en la gráfica, los relámpagos.
Rafael Navarro-González,
en el laboratorio de Química de Plasmas del Instituto de Ciencias Nucleares,
dijo que la contaminación atmosférica podría conducir a cambios significativos
en la evolución de organismos.
Rafael Navarro-González, del Instituto de Ciencias Nucleares, llamó
a cuidar la atmósfera ya que de continuar la situación de contaminación actual
se puede trastornar la biosfera.
En conferencia de prensa Rafael Navarro-González (a la izquierda)
habló de la evolución de la atmósfera terrestre. Lo acompaña Octavio Castaños,
director del Instituto de Ciencias Nucleares.