Boletín UNAM-DGCS-643
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Descartó el investigador del IIEc que se trate de una estrategia
gubernamental para presionar la aprobación de la reforma fiscal
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Creciente la dependencia del país con respecto a la economía de Estados
Unidos, aseguró
La
baja en el ritmo de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mexicano no
significa que haya recesión en nuestro país aseguró Arturo Bonilla Sánchez,
académico del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, quien
descartó que la advertencia gubernamental sobre el ingreso a una fase económica
recesiva sea un argumento para presionar hacia la aprobación de la iniciativa
de reforma fiscal presentada por el Ejecutivo Federal.
Sería contraproducente
en términos políticos y económicos advertir por una parte sobre la inminente
recesión, que conlleva despidos y pérdida del poder adquisitivo, y por la otra
impulsar una iniciativa que contempla la elevación del impuesto al consumo,
manifestó Bonilla Sánchez.
El ex director del
IIEc señaló que en nuestro país hay síntomas contradictorios de estabilidad
financiera y desaceleración del crecimiento. Parece absurdo, sostuvo, que con
la cantidad de dólares que hay en el país no pueda crecer la tasa de expansión
de la actividad productiva.
Lo que ocurre,
explicó, es que ese capital foráneo ingresa al país debido a las elevadas tasas
de interés, que superan a las que se pagan en Estados Unidos, Europa o Japón.
Por tal motivo, precisó, prefieren establecerse en México, donde su margen de
ganancia es mayor.
El investigador
universitario afirmó que la tendencia de la economía nacional es hacia una
creciente dependencia con respecto a lo que ocurra en Estados Unidos, la cual
se extiende a los ámbitos científicos, tecnológicos e incluso culturales.
Esta situación se
acentuó en los últimos años y ha reducido el margen de acción del gobierno
mexicano. La razón de ello, puntualizó, radica en la política de los últimos
gobiernos, que le quitaron al Estado su carácter de impulsor de la economía
para dejar que sean los mercados los que decidan el rumbo y, dentro de ese
mercado, las empresas más importantes.
Mucho de lo que puede
ocurrirle a México, añadió, está sujeto a las decisiones que adopten en el
vecino país del norte los agentes productivos, inversores directos,
especuladores y empresas calificadoras, las cuales estarán determinadas por el
desenvolvimiento que tengan los negocios en esa nación.
Arturo Bonilla Sánchez
expresó que la reforma fiscal que propone el actual gobierno está en buena
medida diseñada sobre los requerimientos dictados por las grandes empresas
calificadoras de inversiones de Estados Unidos, que se preocupan por la
capacidad que tenga el sector público de nuestro país para pagar su deuda
interna y externa.
Eso no quiere decir,
acotó, que México no necesite una reforma fiscal, pero ésta deberá ser
progresiva y no regresiva, de manera que la carga fiscal recaiga en los
sectores de mayores ingresos y no, como se propone en la actualidad, sobre los
sectores de medianos y bajos ingresos.
Aunque la iniciativa
del Ejecutivo Federal prevé mecanismos de compensación para amortiguar el
impacto negativo de esta carga fiscal, subrayó, no habría necesidad de utilizar
esas herramientas si no se
incrementaran los impuestos.
Acerca de las
previsiones para el crecimiento económico de México para el presente año,
Bonilla Sánchez expresó que no podrían adelantarse cifras precisas. Lo más que
puede adelantarse sobre el particular, dijo, es que México tendrá un
crecimiento errático, temporal y frágil.
Nuestro país puede
crecer entre el tres o el cinco por ciento en un periodo, pero en el siguiente
la cifra podría descender a uno por ciento o no tener crecimiento alguno,
concluyó.
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