6:00 hrs. Junio 9 del 2001


Boletín UNAM-DGCS-579

 

VIOLENCIA MASCULINA, PROBLEMA  DE TODAS LAS CLASES SOCIALES

 

·        Roberto Castro, investigador del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias dijo que el fenómeno se manifiesta en forma emocional, psicológica, sexual, física y verbal

·        Fenómeno social que se investiga desde la perspectiva de quienes lo padecen: las mujeres

 

La violencia masculina no sólo es un problema relacionado con la pobreza; sino que se manifiesta en todas las clases sociales, afirmó el investigador del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM), Roberto Castro.

 

La violencia está asociada con la pobreza, sin embargo está latente en todas las clases sociales y se manifiesta de diversas maneras, desde la emocional o psicológica hasta la sexual, física, e incluso verbal.

 

Dijo que una de las posibles explicaciones de la violencia de los hombres sea la sensación de amenaza a su poder y recurren a ella para restablecer el orden, en el que ellos mantienen una posición de privilegio. Empero, añadió el especialista, ésta sigue siendo una explicación parcial para un problema muy complejo.

 

Este fenómeno social, apuntó, por lo regular se investiga desde la perspectiva de los seres que lo padecen: las mujeres. “La mayoría de las investigaciones sobre violencia intrafamiliar en América Latina y en el resto del mundo, se basan en encuestas aplicadas a las mujeres y con base en los resultado se estima la proporción de la población femenina afectada por la violencia.

Empero son pocas las investigaciones que además de estudiar la prevalencia exploren el grado de severidad de la violencia”, señaló el investigador universitario. En el país, y en el mundo entero, hay muchas menos investigaciones en torno a la conducta violenta de los hombres en el hogar, quienes finalmente son los golpeadores o los abusadores, abundó Roberto Castro.

 

Para llevar a cabo su investigación en torno a los factores que explican la conducta de los hombres que ejercen la violencia, el investigador universitario comentó que trabaja en colaboración con dos organizaciones no gubernamentales: Colectivo de Hombres por Relaciones Igualitarias (CORIAC) y Salud y Género.

 

Afirmó que la investigación en torno a las causas de la violencia intrafamiliar no se puede hacer interrogando directamente a los hombres en sus hogares, por cuestiones de seguridad para las mujeres. “A los hombres no se les puede investigar de forma directa por dos razones básicas: en el caso de aplicarles un cuestionario en hogares donde ellos son golpeadores se corre el riesgo de que se sientan amenazados, sospechen que el cuestionario se les aplicó como resultado de una denuncia de su mujer y las agredan de nuevo”.

 

En segundo término “los hombres son un grupo con poder; se ha identificado que en estudios de este tipo, la no respuesta entre los hombres es mayor entre varones que entre mujeres, lo que refleja que aquellos recurren a su propio poder para decidir si contestan o no: “éste es un grave problema pues el poder que explica la violencia, es el mismo que nos impide estudiar y obtener respuestas concretas”.

 

Subrayó que ahora se sabe que los hombres viven una triada de la violencia: desde edades tempranas aprenden a ser violentos contra otros individuos de su mismo sexo, contra las mujeres y contra sí mismos. “Desde la infancia los hombres son socializados para demostrar superioridad física en relación con otros hombres y, por supuesto, para demostrar su superioridad sobre las mujeres”

 

“Expresiones como vieja el último, no seas niña o chillona, son locuciones que refuerzan un sentido de la masculinidad y nos hacen pensar que la condición femenina es inferior. Cuando los individuos crecen con esa idea se sientan las bases para después perpetuar esas diferencias a través de prácticas sociales concretas, siendo la violencia una de ellas”, advirtió Roberto Castro.

Precisó que dicho fenómeno no necesariamente se traduce en adultos violentos, sin embargo se trata de una de las semillas de la violencia. Asimismo, dijo, la masculinidad se refiere a la forma socialmente determinada de ser hombre, es algo que se aprende y en ella están contenidas las semillas de la violencia.

 

Roberto Castro señaló que a través de las mujeres que han padecido alguna forma de violencia intrafamiliar, “hemos tratado de estudiar algunas características de sus parejas. Es mucho más fácil saber las cifras de las mujeres que sufren violencia que el número de hombres que la ejercen, aunque parte de estos datos se puede obtener a través de ellas. Los hombres que sufrieron violencia en su infancia están en mayor riesgo de reproducirla en sus propios hogares, ya adultos. De igual manera, aquellas mujeres que de pequeñas sufrieron violencia  presentan un mayor riesgo de padecerla de adultas”.

 

Sin embargo, dijo, también hay hombres que vivieron la violencia en su hogar pero que ahora, en la edad adulta, no son violentos. Es decir, acotó, “sólo tenemos pistas, pero el problema de la violencia masculina contra las mujeres es mucho más complejo de lo que uno sospecha”. Carecemos de una “fotografía panorámica del país en torno a cuántas mujeres viven este problema. En los diversos estudios parciales actualmente existentes, hay una variación enorme en las cifras porque se utilizan diferentes definiciones de violencia y porque no siempre se mide su severidad”.

 

Además, hace falta investigación cualitativa, sin cuestionarios, para recuperar el punto de vista de los entrevistados, y comprender mejor cómo viven la violencia, qué les significa y porqué recurren a ella”.

 

La violencia contra las mujeres es una manifestación extrema de la desigualdad de género que existe en esta sociedad, la cual, consideró, hay que combatir desde sus formas más elementales. “El problema comienza allí, donde en apariencia es intrascendente, donde incluso la gente no lo nota”.

 

Destacó la carencia de una encuesta nacional de violencia contra las mujeres, ”herramienta que resultaría importante impulsar desde la Secretaría de Salud”. Sólo desde esa perspectiva se puede estimar qué porcentaje de hombres son violentos también.

 

La violencia masculina contra las mujeres es una cuestión estrictamente cultural, socialmente construida. Se requieren campañas dirigidas a los hombres para hacerlos conscientes de sus actitudes violentas y mostrarles lo urgente que es cambiarlas. Para ello, finalizó, “necesitamos investigación que fundamente mejor una campaña masiva de prevención de la violencia”.

 

 

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