Boletín UNAM-DGCS-564
·
Mientras no se implemente, de manera
formal, la Ley de Fomento de Investigación en Ciencia no ayudará al desarrollo
del país,afirma
·
La nueva reforma fiscal debe
analizarse con cuidado para que no represente un retroceso: Roberto Ortega
Francisco Bolívar Zapata, del Instituto de
Biotecnología de la UNAM, aseguró que si bien la Ley para el fomento de
investigación en ciencia y tecnología, promulgada en 1997, ha sido un esfuerzo
importante para resolver algunos problemas en el sector, “mientras no se
implemente de manera formal y completa no ayudará al desarrollo y el fomento de
la ciencia y la tecnología en nuestro país”.
Al participar en la mesa Ley para el fomento de investigación científica y tecnológica,
dentro del seminario internacional sobre Investigación
y desarrollo en la reforma fiscal, el científico universitario señaló que
una de las razones por las que no se invierten en este sector en México es
porque la legislación no sólo no facilita la inversión, sino también contiene
muchos vacíos jurídicos”.
Por ello, “es indispensable insistir en que las
leyes se deben cumplir, el Estado de derecho debe ser implementado desde el
gobierno, si no hay cumplimiento de las leyes no hay posibilidad de
transformarnos en una nación avanzada, en la que sus miembros estén dispuestos
a invertir más y mejor”, dijo.
En el Instituto de Investigaciones Jurídicas,
el premio Príncipe de Asturias en investigación científica y tecnológica,
advirtió que se debe exigir a los gobernantes que cumplan las leyes, en
particular al Legislativo, que es quien elabora las leyes, a vigilar que éstas
se lleven a cabo”.
Francisco Bolívar destacó que la Ley para el
fomento de investigación se elaboró con el fin de resolver diversos problemas
de coordinación, participación y presupuestación de los diferentes actores en
el ámbito.
Reconoció que la norma presenta avances como el
compromiso del Estado en fomentar ciencia y tecnología, para lo cual propone la
creación del Programa especial de ciencia y tecnología, que busca una
participación concertada entre los diferentes actores para definir un esfuerzo
sexenal que ayude a organizar, coordinar y concertar mejor los esfuerzos en el
área.
Otros avances de la ley son: la creación de un
foro permanente de ciencia y tecnología; la figura de los centros públicos de
investigación; la instalación de fondos y fideicomisos entre el Conacyt y otros
actores, así como los incentivos fiscales para fomentar la investigación.
Sin embargo, explicó, la ley tiene limitaciones
como no contemplar la participación de académicos en la creación de nuevas
empresas, los centros públicos de investigación aún tienen una amplia carga
administrativa, no considerar el desarrollo de parques tecnológicos en áreas
estratégicas, ni establecer un porcentaje mínimo del Producto Interno Bruto
para ciencia y tecnología.
Roberto Ortega Lomelín, del Grupo de Asesoría
Empresarial, consideró que debe analizarse con cuidado la nueva reforma fiscal
para que no represente un retroceso sino una oportunidad de que la inoperancia
del estímulo fiscal que se logró a partir de 1998, se supere con la nueva ley.
En ese sentido, dijo que, al igual que en
otros países, se debe estimular la inversión en este sector, y preferenciar en
el trato a las pequeñas y medianas empresas, mediante un porcentaje adecuado de
deducibilidad fiscal.
Señaló que la nueva ley busca superar problemas
básicos como la ausencia de una visión integral de prioridades y gasto público,
la ineficaz coordinación de la acción gubernamental en materia de ciencia y
tecnología, y la falta de participación de las comunidades científicas,
académicas y empresariales en el proceso de ciencia y tecnología de la
definición de políticas, entre otras.
En su oportunidad, María del Carmen Díaz
Amador, coordinadora del Programa Nacional de Financiamiento al Microempresario
de la Secretaría de Economía, reconoció que el principal valor de esta ley es
que el tema de la investigación científica y tecnológica cobró presencia en las
políticas públicas durante la LVII legislatura luego de varios lustros de estar
ausente en la formulación de los espacios de política pública.
El otro valor de la ley es su carácter social,
ya que es producto de una demanda propia del conjunto de la comunidad
científica del país: darle un nuevo impulso a la investigación científica y
tecnológica, integrándolas al proyecto de nación.
ALENTAR UNA CULTURA TECNOLÓGICA: CANACINTRA
Raúl Picard del Prado, presidente de la
Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (CANACINTRA) se pronunció
por la promoción de una cultura tecnológica de alcances nacionales, a fin de
aprovechar las capacidades de los centros de investigación.
Dentro de las sesiones de la tarde,
Picard aseguró que el gobierno federal necesita reglamentar la figura jurídica
de los centros de investigación y de los institutos de educación superior,
porque ello facilitaría la vinculación entre la oferta tecnológica y los
industriales.
Llamó a los empresarios a ser
competitivos y a tomar “una medida” a la reconvención tecnológica. “Es
fundamental impulsar el concepto de gestión del conocimiento para inducir el
desarrollo tecnológico de aplicaciones”, subrayó.
Picard del Prado evidenció el
retraso del país en desarrollo tecnológico: la inversión en ciencia y
tecnología en Japón es de 970 dólares percápita, en Estados Unidos, de 843 y en
México sólo de 10.
“Qué podemos decir cuando el
porcentaje del PIB en investigación y desarrollo en Suecia es de 3.9%, en
Estados Unidos del 2.6% y en México del 0.3%. El gasto percápita del sector
privado en investigación y desarrollo en Suiza es de 808, en Japón de 699 y en
México de 2.3 en gasto percápita”, comentó.
Demandó que los incentivos
fiscales sean de al menos 50% del gasto anual de los departamentos técnicos del
PIB y 30% del gasto anual en actividades de desarrollo tecnológico en las
grandes empresas. Además, añadió, es necesario establecer incentivos fiscales
directos a la deducción de toda la inversión en la innovación y en el
desarrollo de nuevos productos.
Lo que buscamos son incentivos
y que se reconozca que la industria necesita modernizarse porque ahí es en
donde están las altas concentraciones del empleo, puntualizó.
Insistió en que en estos
momentos los industriales necesitan una reconversión tecnológica y apoyo por
parte de Nafin, porque es una banca de desarrollo. “Necesitamos que los
préstamos sean directos a tasas preferenciales. Simplemente necesitamos créditos
a 10 años, para poder reconvertirlos”.
La competitividad es para el
gobierno y para los empresarios. Tenemos infraestructura física, ciencia y la
tecnología, sistemas de comercialización, proveedores y subcontratistas, así
como instituciones educativas, marco jurídico, impuestos y tasas de interés.
“Todo eso es competitividad”, concluyó.
--o0o--