Boletín UNAM-DGCS-427
CONTINUARÁN LOS NIÑOS DE LA CALLE DE NO MEJORAR LA SITUACIÓN ECONÓMICA DEL PAÍS
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Advierte el investigador Víctor
Inzúa Canales, de la Escuela Nacional de Trabajo Social
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Se trata de una subcultura con
normas, valores, rasgos de identidad y lenguaje propios
Mientras no mejore la situación económica en
el país y las familias mexicanas se vean obligadas a poner a trabajar a los
menores habrá niños de la calle señaló Víctor Inzúa Canales, investigador de la
Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.
Dijo que los núcleos familiares marginados y
catalogados en extrema pobreza son los más perjudicados por las crisis
económicas de los años setentas y ochentas, por lo que al no tener trabajo ni
qué comer sus propios padres los envían a la calle para ayudar en los gastos
del hogar.
El académico habló de la subdivisión de ese
sector de la población: niño en riesgo de convertirse en callejero, niño
trabajador en la calle, niño en la calle, -quien mantiene lazos familiares-,
niño trabajador en la calle y niño de la calle, quienes rompieron todo vínculo
familiar.
Asimismo, señaló, existe el llamado niño
callejero de origen indígena, el cual hablan poco español, no vive con su
familia y se incorpora con otros menores.
El infante cuando tiene problemas opta por
irse a la calle, cuando crece y forma su familia reproduce el mismo modelo de
vida con el que se desenvolvió, aseveró.
Tienen normas, valores, rasgos de identidad y
lenguaje propios, se amoldan a la cultura de la calle, adoptan diversos roles
de comportamiento que los definen y conforman una subcultura, manifestó.
Asimismo, continuó, fijan sus propias reglas,
muchas de ellas para formar bandas o pandillas y de acuerdo con su permanencia
en la calle se convierten en líderes de su propia red.
Destacó que este fenómeno no es propio de la
Ciudad de México ya que también se presenta en otras entidades federativas como
Michoacán, Zacatecas, Puebla, Monterrey y Jalisco, entre otras.
Inzúa Canales apuntó que las cifras al
respecto en diversos organismos son contradictorias y lejos de cuantificar, se
debe observar al menor como una persona que vive el presente.
Es necesario, dijo, acabar con el concepto de
que todos son alcohólicos o drogadictos porque hay quienes aún ayudan
económicamente a sus familias, cuando se trata principalmente de familias de la
calle.
Subrayó que el apoyo de los albergues o
grupos dedicados a su atención sí funciona, sin embargo, implica imposición de
normas y toda vez que los infantes optaron por la libertad muchos ya no las
aceptan, por lo que sólo asisten a los centros para satisfacer alguna
necesidad.
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