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Juan Díaz Zagoya, de la Facultad de Medicina de la UNAM, consideró
conveniente orientar a la población respecto al consumo de grasas
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Abunda en la sopa de médula, tacos de sesos, yemas de huevo y caldos
de vísceras
Desde el
nacimiento debe tenerse el control de los niveles de colesterol de la población
mexicana, a fin de conocer las alteraciones congénitas y evitar que se
produzcan cambios graves, propuso Juan Díaz Zagoya, académico del Departamento
de Bioquímica, de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Explicó que el
objetivo es demorar el deterioro arterial y propiciar que las personas vivan
con mejor calidad, al evitar su endurecimiento y el consecuente aumento del
colesterol en el organismo.
El profesor, adscrito al Departamento de Bioquímica de la
FM, consideró necesario orientar a la población sobre la conveniencia de
disminuir el consumo de grasas. Ejemplificó que en Estados Unidos ya se
controló la gran cantidad de infartos apoyados
en una campaña para modificar la dieta.
Cuando el
colesterol aumenta en la sangre, prosiguió, se convierte en factor de riesgo
para el sistema cardiovascular, por ser una de las causas que producen
ateroesclerosis, considerado daño en la pared interna de las arterias. De
presentarse en las coronarias se llama infarto del miocardio.
De acuerdo con las
estadísticas, aseguró, en tres de las cinco principales causas de muerte pueden
estar involucrados trastornos en los lípidos, entre ellos el colesterol:
enfermedades del corazón, cerebrovasculares y diabetes.
La
población más afectada por el aumento del colesterol en nuestro país es la de
los estados del norte y sureste del país, particularmente Tabasco y Yucatán,
donde su alimentación es alta en grasas, concluyó.
La
diminución de la sustancia también representa un grave problema. Se asocia a
algunos tumores, como los de colón y, recientemente, a estados de depresión que
pueden llevar al suicidio.
El colesterol,
destacó el especialista, es una sustancia que se encuentra en nuestro organismo
y se utiliza en distintas formas: para constituir las membranas celulares y
subcelulares, así como precursor de hormonas sexuales y vitamina D 3, necesaria
para el metabolismo del hueso.
Pero el 90 por
ciento del lípido, abundó, forma las sales biliares producidas en el hígado y
necesarias para absorber las grasas de la dieta. Además, se utiliza durante la
etapa del desarrollo embrionario.
Precisó que son
dos las fuentes principales creadoras de colesterol: la dieta y la producción
interna. Casi todos los tejidos tienen la capacidad de formarlo, aunque los más
importantes son hígado e intestino.
La sustancia,
recalcó, es indispensable pero su aumento o disminución exagerados producen
alteraciones en las células. Es más frecuente que se presente el primero de los
casos, sobre todo a consecuencia del consumo de alimentos como la sopa de
médula, tacos de sesos, yemas de huevo y caldos de vísceras.
El trastorno, se
puede corregir con la eliminación o consumo de alimentos que no contengan
demasiado colesterol. Sin embargo, cuando se presentan alteraciones internas
son distintos los motivos que provocan los cambios: producción más alta del
lípido necesario o transporte inadecuado del colesterol, ya sea del hígado
(interno) o el intestino delgado (dieta) al resto del organismo y de regreso a
su lugar de origen, puntualizó.
Al elevarse el
colesterol en la sangre, se le conoce como hipercolesterolemia familiar,
padecimiento desarrollado en una de cada
500 personas, si es transmitido por uno de los progenitores. Cuando son
los dos, los resultados son peores, porque se producen problemas en el corazón
a los ocho o nueve años de edad. En esta caso únicamente hay uno por cada
millón de habitantes.
Juan Díaz Zagoya
especificó que por lo regular se tienen entre 150 y 200 miligramos de
colesterol por cada 100 mililitros de sangre, pero cuando tienen trastornos se
elevan hasta un gramo, es decir, de cinco a seis veces más los niveles
normales, recalcó.
Una
alimentación balanceada, indicó, contiene 30 por ciento de calorías en grasa.
De ese porcentaje, una tercera parte es saturada, otra cantidad similar poco
insaturada (aceite de oliva o aguacate) y, el resto polinsaturada (aceites de
maíz, cártamo, ajonjolí y girasol).
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