06:00 hrs. abril 14 del 2001


Boletín UNAM-DGCS-372

 

VITAL CONTROLAR DESDE EL NACIMIENTO  LOS NIVELES DE COLESTEROL EN LOS MEXICANOS

 

·        Juan Díaz Zagoya, de la Facultad de Medicina de la UNAM, consideró conveniente orientar a la población respecto al consumo de grasas

·        Abunda en la sopa de médula, tacos de sesos, yemas de huevo y caldos de vísceras

 

 

Desde el nacimiento debe tenerse el control de los niveles de colesterol de la población mexicana, a fin de conocer las alteraciones congénitas y evitar que se produzcan cambios graves, propuso Juan Díaz Zagoya, académico del Departamento de Bioquímica, de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.

 

Explicó que el objetivo es demorar el deterioro arterial y propiciar que las personas vivan con mejor calidad, al evitar su endurecimiento y el consecuente aumento del colesterol en el organismo.

 

El profesor, adscrito al Departamento de Bioquímica de la FM, consideró necesario orientar a la población sobre la conveniencia de disminuir el consumo de grasas. Ejemplificó que en Estados Unidos ya se controló la gran cantidad de infartos apoyados  en una campaña para modificar la dieta.


Cuando el colesterol aumenta en la sangre, prosiguió, se convierte en factor de riesgo para el sistema cardiovascular, por ser una de las causas que producen ateroesclerosis, considerado daño en la pared interna de las arterias. De presentarse en las coronarias se llama infarto del miocardio.

 

De acuerdo con las estadísticas, aseguró, en tres de las cinco principales causas de muerte pueden estar involucrados trastornos en los lípidos, entre ellos el colesterol: enfermedades del corazón, cerebrovasculares y diabetes.

 

La población más afectada por el aumento del colesterol en nuestro país es la de los estados del norte y sureste del país, particularmente Tabasco y Yucatán, donde su alimentación es alta en grasas, concluyó.

 

La diminución de la sustancia también representa un grave problema. Se asocia a algunos tumores, como los de colón y, recientemente, a estados de depresión que pueden llevar al suicidio.

 

El colesterol, destacó el especialista, es una sustancia que se encuentra en nuestro organismo y se utiliza en distintas formas: para constituir las membranas celulares y subcelulares, así como precursor de hormonas sexuales y vitamina D 3, necesaria para el metabolismo del hueso.

 

Pero el 90 por ciento del lípido, abundó, forma las sales biliares producidas en el hígado y necesarias para absorber las grasas de la dieta. Además, se utiliza durante la etapa del desarrollo embrionario.

 

Precisó que son dos las fuentes principales creadoras de colesterol: la dieta y la producción interna. Casi todos los tejidos tienen la capacidad de formarlo, aunque los más importantes son hígado e intestino.

 

La sustancia, recalcó, es indispensable pero su aumento o disminución exagerados producen alteraciones en las células. Es más frecuente que se presente el primero de los casos, sobre todo a consecuencia del consumo de alimentos como la sopa de médula, tacos de sesos, yemas de huevo y caldos de vísceras.

 

El trastorno, se puede corregir con la eliminación o consumo de alimentos que no contengan demasiado colesterol. Sin embargo, cuando se presentan alteraciones internas son distintos los motivos que provocan los cambios: producción más alta del lípido necesario o transporte inadecuado del colesterol, ya sea del hígado (interno) o el intestino delgado (dieta) al resto del organismo y de regreso a su lugar de origen, puntualizó.

 

Al elevarse el colesterol en la sangre, se le conoce como hipercolesterolemia familiar, padecimiento desarrollado en una de cada  500 personas, si es transmitido por uno de los progenitores. Cuando son los dos, los resultados son peores, porque se producen problemas en el corazón a los ocho o nueve años de edad. En esta caso únicamente hay uno por cada millón de habitantes.

 

Juan Díaz Zagoya especificó que por lo regular se tienen entre 150 y 200 miligramos de colesterol por cada 100 mililitros de sangre, pero cuando tienen trastornos se elevan hasta un gramo, es decir, de cinco a seis veces más los niveles normales,  recalcó.

 

Una alimentación balanceada, indicó, contiene 30 por ciento de calorías en grasa. De ese porcentaje, una tercera parte es saturada, otra cantidad similar poco insaturada (aceite de oliva o aguacate) y, el resto polinsaturada (aceites de maíz, cártamo, ajonjolí y girasol).

 

 

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