9:00 hrs. marzo 18 del 2001


Boletín UNAM-DGCS-276

 

EN LAS COMUNIDADES RURALES, EL DETERIORO AMBIENTAL NO SE CONSIDERA COMO PÉRDIDA

 

·        El reto para la conservación es modificar esa idea, aseguró Elena Lazos, del Instituto de Investigaciones Sociales

·        Es necesario entender las contradicciones y los intereses de ganaderos y campesinos para comenzar a resolver los retos y limitaciones en el manejo de los recursos y su conservación

 

Entre las comunidades rurales el deterioro ambiental no se percibe como tal, sino como una transformación que no se considera un proceso de pérdida de los recursos. Por ello, un reto para la conservación es modificar esa idea, de forma que la degradación del medio se vea como un problema grave, aseguró Elena Lazos, del Instituto de Investigaciones Sociales.

 

En la conferencia Comunicación y percepción ecológica en la construcción social de los recursos naturales, organizada por la Facultad de Ciencias de la UNAM, la investigadora señaló que si se analiza  la política de desarrollo de las comunidades rurales se observan programas sexenales sin continuidad, así como políticas crediticias detenidas, además falta de transparencia y de credibilidad en el manejo de los recursos.

 

En el análisis de las políticas públicas, agregó, deben incluirse las agrícolas, y considerar aspectos como la pérdida del valor real de productos como el maíz, ya que de una sobreproducción, se ha pasado a una deficiencia alimentaria local.

 

Al referirse al caso de la región de la sierra veracruzana, explicó que se importa un 50 por ciento del maíz, un 70 por ciento del frijol y 80 por ciento del arroz que se consume, cuando en la década de los 50, incluso, surtían esos productos en el centro de México.

 

En esa zona, el deterioro ambiental es resultado, además, de una política de créditos para la ganadería por parte de instancias internacionales como los bancos Mundial e Interamericano de Desarrollo, mediante Banrural, que han llevado a una actividad ganadera extensiva, pero muy poco productiva.

 

“Tenemos graves procesos de deforestación, conversión de selvas y bosques en monocultivos de maíz que producen solo 800 kilogramos por hectárea y potreros que no alcanzan una productividad ni siquiera de una cabeza de ganado en la misma extensión de tierra”.

 

Refirió que el territorio es un espacio definido social y culturalmente, donde se recrea una organización social y una institucionalidad política en el manejo de los recursos.

 

El uso de éstos, por ello, es el resultado de la interacción de múltiples factores sociales que responden en todo momento a las transformaciones sociales, culturales, económicas y ecológicas en diferentes niveles, como el local y el nacional.

 

Así, es necesario entender las contradicciones y los intereses de los actores, ganaderos, campesinos, pescadores, “sierreros” (dedicados a cortar árboles), sus puntos en común y sus percepciones, para comenzar a resolver los retos y limitaciones en el manejo de los recursos y su conservación.

 

Revertir el deterioro del medio, al mismo tiempo que se reduce la pobreza de las comunidades rurales, implica construir propuestas de desarrollo que tengan el objetivo de conservar los recursos naturales, brindar alternativas económicas sustentables y respetar la cultura de los poblados.

 

Elena Lazos explicó que se ha roto la dicotomía entre lo rural y lo urbano y el sinónimo entre agrario y rural, debido a los procesos de globalización y la interdependencia del sistema económico mundial, los cuales fluyen, a través de las políticas públicas, hacia las comunidades.

 

Esos espacios se transforman por medio de una industrialización difusa; gran cantidad de industrias y maquiladoras han cambiado los patrones de producción al interior de muchas de esas poblaciones. Ahí, la agricultura se lleva a cabo en tiempo parcial.

 

“Los nuevos espacios rurales se caracterizan por tener gran complejidad cultural debido a la migración, por tener alta diferenciación económica y una degradación ambiental galopante”, añadió.

 

Por ello, señaló, se dice que las comunidades rurales no existen, sino como hiperespacios rurales, es decir, ellas se reproducen en la Ciudad de México, Guadalajara, Chicago o California, lugares donde se presenta la definición de esa nueva pluralidad.

 

La percepción social del medio ambiente, finalizó, se construye con base en el sector comunitario al cual se pertenece, a la identidad, etnia, género, edad, educación y referencias religiosas, así como en factores externos como las políticas de desarrollo, los créditos y los precios de los productos agrícolas; de ahí la importancia de revertir la creencia actual de que la degradación “no existe”.

 

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