Boletín UNAM-DGCS-256
EL ZAPATISMO, EXPRESIÓN DE LUCHA
REPRESENTATIVA NACIONAL Y MUNDIAL
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El movimiento es el rechazo al neoliberalismo
y globalización sin utilizar la guerrilla, coinciden investigadores de la UNAM
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Participaron en la conferencia
"Antecedentes del movimiento zapatista. Neoliberalismo, zapatismo y el
sistema mundial"
El movimiento indígena
zapatista no es expresión única de Chiapas, sino nacional y mundial, que revela
el rechazo al neoliberalismo y a la globalización, y presenta como alternativa
la aplicación de la tercera vía política con la inclusión del multiculturalismo
y los valores éticos sin utilizar la guerrilla, coincidieron en afirmar
académicos de la UNAM.
Ana Esther Ceceña,
del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) resaltó que en la actualidad
hay complicidad entre el grupo armado y la sociedad civil, porque los indígenas
enarbolan su bandera y el zapatismo crece en la gente, a pesar de no ser
portadora de pasamontañas.
En la mesa de
trabajo "Antecedentes del movimiento zapatista. Neoliberalismo, zapatismo
y el sistema mundial", moderada por la directora del IIEc, Alicia Girón, y
organizada por el Instituto, dentro del ciclo de conferencias "El
movimiento zapatista, una visión amplia", la especialista puntualizó: el
conflicto chiapaneco no es una guerrilla, sino insurrección popular de un
sector que se encuentra en lo más profundo de la pirámide social del país.
Con el
neoliberalismo, explicó, el capital se apropió de todos los elementos que le
permitían sobrevivir, lo que polarizó las condiciones de esta población a grado
tal que tuvieron que hacerse escuchar y luchar por la vida.
Sin embargo, aclaró
que una revuelta de esta naturaleza no implica la emancipación indígena, pues
para ello se necesita provocar la independencia general.
En la sala Maestro
Ricardo Torres Gaitán del IIEc, la investigadora consideró que las tres señales
que pide el zapatismo para iniciar el diálogo son mínimas, porque del retiro de
posiciones militares sólo demanda siete de 159 que hay en la región; libertad a
sus militantes presos, cuyo único delito fue luchar por sus derechos, y el cumplimiento
de los acuerdos de San Andrés.
A su vez, Luis
Fernando González, Souza, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
(FCPyS), precisó que justo en el momento en que las sociedades llegaron al
límite de lo permitido con el neoliberalismo, surgió el zapatismo como un
clamor generalizado de rechazo a este modelo y a la globalización.
Se convierte en la
punta de lanza de la inconformidad de los pueblos contra estos esquemas, al
generarse un problema de deshumanización y de animalidad, acotó.
A su juicio, el
pasamontañas es un reto para que todos se desenmascaren: los gobernantes que
dicen que gobiernan, los legisladores que legislan y los empresarios quienes no
lo son.
El zapatismo,
abundó, es una réplica contra el realismo político, la lucha salvaje y eterna
por el poder de grupos que cometieron fallas estructurales al no tomar en
cuenta el aspecto cultural y ético.
Este movimiento,
agregó, sugiere una tercera vía política mediante el cambio profundo y radical
que vaya a la raíz de los problemas, pero sin necesidad de utilizar la
guerrilla como instrumento de lucha, salvo el arranque de los primeros 12 días.
En su intervención,
Sergio Suárez, investigador del IIEc, destacó que la lucha indígena no es sólo
de Chiapas sino de carácter nacional; el problema, añadió, es que todavía no se
aprende a entender su filosofía y cultura.
Se requiere
comprender a los grupos para solucionar sus problemas, porque se trata de un
movimiento representativo de todos los indígenas del mundo, no sólo de México.
El especialista
subrayó que para cambiar la realidad histórica, se necesitan nuevas y profundas
acciones, participativas, sistemáticas y convergentes por parte del Estado.
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