17:00 hrs. Febrero 20 del 2001


Boletín UNAM-DGCS-165

 

LA POBREZA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS REFLEJA INJUSTICIAS ACUMULADAS Y LA URGENCIA DE RESPUESTAS

 

·        Al participar en la mesa Neoindigenismo y zapatismo: política de indios en el gobierno de Vicente Fox, Xóchitl Gálvez Ruiz destacó que el 44.27% de la población indígena es analfabeta

·        En la FCPyS indicó que el indigenismo es la respuesta institucional a las demandas y necesidades de esos pueblos y una forma de saldar la deuda contraída a lo largo de más de cinco siglos

 

En este inicio de siglo, la pobreza entre los pueblos indígenas adquiere un carácter dramático y refleja tanto las injusticias acumuladas como la urgencia de una respuesta del nuevo gobierno, afirmó Xóchitl Gálvez Ruiz, encargada de la Oficina de Representación para el desarrollo de los Pueblos Indígenas del Gobierno Federal.

 

Señaló que los indígenas concentran los índices más elevados de marginalidad y “sus regiones conforman lo que se ha denominado el espinazo de la pobreza de este país”.

 

Al participar en la mesa redonda Neoindigenismo y zapatismo: política de indios en el gobierno de Vicente Fox, realizada en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), Gálvez Ruiz destacó que el 44.27 por ciento de la población indígena es analfabeta; además, tres cuartas partes de los indígenas no concluyen su educación básica inicial.

 

Asimismo, puntualizó, la prevalencia a algún grado de desnutrición entre ellos es del 53 por ciento y la cifra de mortalidad infantil se eleva a 48.3 por cada mil que nacen vivos.

 

Bajo este contexto,  señaló, el indigenismo podría entenderse como la respuesta institucional a las demandas y necesidades de los pueblos indígenas del país y, en ese sentido, “podríamos considerar que vivimos un  momento inédito. Hoy podemos empezar a saldar la deuda que nuestro país ha contraído con los indígenas a lo largo de más de cinco siglos”.

 

En ese sentido, indicó, el neoindigenismo, como lo han bautizado para este foro, está en construcción y depende en gran medida en las propuestas que esos pueblos, como actores interesados, puedan formular para construir un nuevo marco de relación entre ellos con el Estado nacional, y con la sociedad.

 

Buena parte de las posibilidades que hoy existen para hacerlo se deben a las movilizaciones y las luchas de los propios pueblos indígenas, manifestó Gálvez Ruiz.

 

 “Entre ellas, sin duda, juega un papel definitivo el proceso de neozapatismo en Chiapas, con el EZLN a la cabeza, el cual recoge los reclamos por justicia y la esperanza de los pueblos indígenas”, así como las demandas ineludibles de respeto a usos y costumbres, y la igualdad de oportunidades”, recalcó.

 

En su oportunidad, Araceli Burguete, del Centro de Investigaciones de Estudios Superiores en Antropología Social, consideró que una de las demandas fundamentales del movimiento indígena en América Latina es el reclamo de la desaparición del indigenismo y la sustitución de éste por una política india.

 

Dicha política, abundó, tiene como requisito que debe ser realizada por y para los indígenas. “Lo más relevante es que las políticas públicas se realicen desde una visión india, a favor de los derechos de los pueblos y no bajo los intereses del Estado”.

 

Por ello, subrayó, es altamente significativo que dirigentes indígenas sean los responsables de la política en materia indígena, en el Estado. Sin embargo, preguntó, ¿es esto suficiente? ¿basta que los actores indígenas se incorporen al gabinete para cancelar el indigenismo? ¿cuál es el margen de maniobra que realmente pueden tener los dirigentes indígenas  en la coyuntura actual y en el modelo de Estado nacional vigente?.

 

Lamentablemente, respondió, la desaparición del indigenismo no será, como ingenuamente lo pensábamos en el pasado, resultado causa-efecto, del hecho de que los operadores de esas políticas sean indígenas. “Se necesita mucho más que eso”.

 

En primer lugar, dijo, se requiere de un amplio margen de maniobra legalmente establecido, que faculte a los pueblos indígenas y a las instituciones a ser ellos los conceptualizadores y operadores de sus propias políticas, desde una visión india y a favor de los intereses de los pueblos indios y no de los gobernantes.

 

Finalmente, José del Val, director del Instituto Indigenista Interamericano, consideró: “sería una desgracia que después del proceso jurídico constitucional que se vive en México, el indigenismo tuviera la capacidad camaleónica de reconstruirse y reubicarse en la estructura del Estado Mexicano como una política de atención sectorial a los pueblos indígenas”.

 

En ese sentido, el indigenismo es una política de Estado cuya característica esencial es que el gobierno establece una relación con un sector de la población, al cual ve como objeto de sus políticas, sean éstas integrativas, participativas o de transferencia de recursos

 

Eso sería convertir a los pueblos indígenas en objetos y definir una estructura para que ellos se autorepresenten y ubicarlos en la estrategia del Estado, precisó el etnólogo.

 

Por ello, en este momento, lo más importante es reconocerlos g/mo sujetos políticos pg%nos. Entonces, la relación que debe establecer el Estado con ellos no es de políticas, sino de cumplimiento de derechos constitucionales, concluyó.

 

 

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