9:00 hrs. Febrero 18 del 2001


Boletín UNAM-DGCS-153

 

LA CIENCIA CONTRIBUYE A FORMAR UNA IMAGEN NEGATIVA DEL INDÍGENA EN LA SOCIEDAD

 

·        Se observa el largo proceso de destrucción de las culturas indígenas: Roger Bartra

·        Fue presentado el número 60-61 de la revista “Ciencias”

 

 

La ciencia contribuye a formar una imagen negativa del indígena en la sociedad, afirmó Roger Bartra, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, quien enumeró seis “estampas dramáticas” de los grupos étnicos, aportadas por diversas áreas del conocimiento.

 

Esta serie de “estampas” muestran un proceso dramático y contradictorio que permite observar el antiguo y largo proceso de destrucción de las culturas indígenas y, al mismo tiempo, “un curioso proceso de construcción, casi de invención, de la imagen de éstos”.

 

En la presentación del número 60-61 de la revista universitaria “Ciencias”número doble dedicado al tema de La imagen de los indígenas en la ciencia–, Roger Bartra explicó que la antropología construyó una estampa de los indígenas como hombres y mujeres salvajes y después primitivos. Al final, dijo, “ya nadie sabe como llamarles: grupos étnicos, indios, o tribales”.

 

Roger Bartra señaló que la psicología aportó la estampa de la mentalidad periódica, arcaica y primitiva. Del arquetipo extraño, antiguo, de los indígenas capaces de revelar el origen de muchos de los misterios que los rodean.

 

Sin duda, prosiguió, la figura más dramática del indígena se cultivó al interior de las ciencias biológicas, la cual predomina en la actualidad: el concepto de raza, el más grande fracaso del conocimiento moderno  y una de las más terribles aberraciones que produjo.

 

En este ámbito, comentó, se desarrollaron corrientes culturales racistas que dañaron e hirieron profundamente a la cultura mexicana, pero además todavía persisten y son virulentas.

 

En tanto, explicó, las ciencias políticas contribuyen a esta “imaginería dramática” y difícil al considerar a los indígenas como masa y alimentar las ideas populistas de diversos signos políticos.  De igual manera, las disciplinas teológicas cristianas concibieron al indígena como un ser pagano en proceso de formación.

 

Esta serie de estampas conducen a un balance pesimista de los reflejos que el conocimiento científico hace de los grupos indígenas. Esa visión, en buena medida, no corresponde a la realidad, precisó.

 

“Es necesario romper el espejo, que de hecho ya empezó a resquebrajarse, para percibir que detrás de éste hay, por lo menos, cinco millones y medio de indígenas reales, para contarnos su propia versión”.

 

En su intervención, Alfredo López Austin, del Instituto de Investigaciones Antropológicas, comentó que la publicación del número más reciente de “Ciencias”, se da en un momento de esperanza y desconcierto.

 

Aporta una serie de aspectos sobre la estrategia indígena, así como ideologías y percepciones científicas. Sin embargo, dijo, surge en un momento político inquietante entre “quienes vemos girar las veletas con el tiempo”.

 

En su oportunidad, Antonio Lazcano, de la Facultad de Ciencias, señaló que las diferencias genéticas son manifiestas entre individuos y no en grupos étnicos, por lo que destacó la incertidumbre en torno al futuro de la llamada biología de las razas.

 

A su vez, León Olivé, del Instituto de Investigaciones Filosóficas, planteó la relevancia de dedicar este número doble de la revista “Ciencias” a los indígenas, la cual radica en la “intrincada, muy anciana y nunca resuelta problemática de los pueblos indios y del reconocimiento de sus derechos como grupo por parte del Estado y de la sociedad”.

 

La página editorial de este número, subrayó, recuerda que nuestro país está compuesto por una diversidad de comunidades indias, que hablan alrededor de 50 lenguas diferentes y tienen una población aproximada de 12 millones de personas, con una tasa de crecimiento mayor a la media nacional.

 

Su impacto en la escena política es importante, pero en las últimas décadas la conciencia nacional no la reconoció abiertamente, hasta “la sacudida del movimiento zapatista”, destacó el filósofo universitario.

 

Negar la importancia de que esta publicación aborde estos temas, equivale a reconocer que la ciencia no tiene nada que decir sobre la problemática antropológica, lingüística, sociológica, política, económica, geográfica y ecológica del país, ni sobre el proyecto de nación que los mexicanos queremos desarrollar, concluyó.

 

 

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