19:00 hrs. Febrero 14 del 2001


Boletín UNAM-DGCS-137

 

LOS LINCHAMIENTOS POPULARES, PRODUCTO DE FALTA  DE FE EN LA JUSTICIA: CARLOS MONSIVÁIS

 

·        El escritor llamó a no suplantar la acción de la justicia

·        Indicó que los episodios de violencia se multiplicaron en las últimas tres décadas

 

El fenómeno de los linchamientos populares está instalado en nuestro país y el problema radica en ver de qué manera se puede recobrar la fe en la justicia para revertir esa situación, afirmó el escritor Carlos Monsiváis.

 

Invitado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM para la sesión inaugural del ciclo de conferencias y mesas redondas “Justicia por propia mano: reflexiones a la luz de los derechos humanos”, Monsiváis aseguró: “no podemos permitir que se suplante la acción de la justicia”, pero si no se recobra la confianza seguirán los linchamientos porque es un círculo vicioso.

 

Monsiváis aseguró que estos episodios de violencia por parte de las comunidades a presuntos delincuentes se multiplicaron en las últimas tres décadas en nuestro país.

 

A las poblaciones que toman la justicia por su cuenta, explicó el escritor, su acción les parece virtuosa ante el vacío en la acción de las instituciones de procuración e impartición de justicia.

 

Los linchamientos, continuó, suelen ser fruto de la rabia acumulada por la ausencia del Estado de derecho, pero eso de ninguna manera los justifica ya que son tan perversos como la impunidad que existe a causa de la descomposición del sistema judicial.

 

Carlos Monsiváis consideró como factor importante de este fenómeno la presencia del narcotráfico y la consecuente facilidad para la adquisición ilegal de armas. En la actualidad, precisó, en cualquier municipio puede constituirse un pequeño ejército.

 

Ante esta situación, indicó, hay voces que pretenden justificar la proliferación de las armas y argumentan que no poseerlas coloca a los pueblos en situación vulnerable ante la delincuencia.

 

La repetición de ese tipo de asesinatos constituye un contagio de la voluntad de aniquilación que se convierte en una concepción de la justicia nacida de la desesperación, preciso.

 

Las comunidades donde se han suscitado esos hechos, acotó, son víctimas de robos, violaciones y otros delitos cuya frecuencia supera la capacidad de asimilación de sus pobladores. La comunidad cobra, de este modo, el poder que le da la pérdida del rostro individual, puntualizó.

 

Durante su conferencia, Carlos Monsiváis criticó la ligereza con la cual algunos políticos explican e incluso tratan de justificar esta situación, así como la recurrente participación de las iglesias en pequeñas comunidades, que en gran medida arengan al pueblo a cometer estos ilícitos.

 

En la mayoría de los casos, sostuvo, son las campanas de las parroquias locales las que convocan a la población a la plaza del pueblo, donde se constituye una suerte de tribunal popular.

 

En la sesión inaugural del ciclo de conferencias y mesas redondas, organizado en conjunto por el IIJ y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Estuvieron presentes: José Luis Soberanes, presidente de esa institución; José Antonio Caballero, investigador de la dependencia universitaria y Efraín Cardozo, profesor de la Facultad de Derecho.

 

 

 

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