Boletín UNAM-DGCS-137
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El escritor llamó a no suplantar la acción de la justicia
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Indicó que los episodios de violencia se multiplicaron en las últimas
tres décadas
El fenómeno de los
linchamientos populares está instalado en nuestro país y el problema radica en
ver de qué manera se puede recobrar la fe en la justicia para revertir esa
situación, afirmó el escritor Carlos Monsiváis.
Invitado por el
Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM para la sesión
inaugural del ciclo de conferencias y mesas redondas “Justicia por propia mano:
reflexiones a la luz de los derechos humanos”, Monsiváis aseguró: “no podemos
permitir que se suplante la acción de la justicia”, pero si no se recobra la
confianza seguirán los linchamientos porque es un círculo vicioso.
Monsiváis aseguró
que estos episodios de violencia por parte de las comunidades a presuntos
delincuentes se multiplicaron en las últimas tres décadas en nuestro país.
A las poblaciones
que toman la justicia por su cuenta, explicó el escritor, su acción les parece
virtuosa ante el vacío en la acción de las instituciones de procuración e
impartición de justicia.
Los linchamientos,
continuó, suelen ser fruto de la rabia acumulada por la ausencia del Estado de
derecho, pero eso de ninguna manera los justifica ya que son tan perversos como
la impunidad que existe a causa de la descomposición del sistema judicial.
Carlos
Monsiváis consideró como factor importante de este fenómeno la presencia del
narcotráfico y la consecuente facilidad para la adquisición ilegal de armas. En
la actualidad, precisó, en cualquier municipio puede constituirse un pequeño
ejército.
Ante esta situación,
indicó, hay voces que pretenden justificar la proliferación de las armas y
argumentan que no poseerlas coloca a los pueblos en situación vulnerable ante
la delincuencia.
La repetición de
ese tipo de asesinatos constituye un contagio de la voluntad de aniquilación
que se convierte en una concepción de la justicia nacida de la desesperación,
preciso.
Las comunidades
donde se han suscitado esos hechos, acotó, son víctimas de robos, violaciones y
otros delitos cuya frecuencia supera la capacidad de asimilación de sus
pobladores. La comunidad cobra, de este modo, el poder que le da la pérdida del
rostro individual, puntualizó.
Durante su
conferencia, Carlos Monsiváis criticó la ligereza con la cual algunos políticos
explican e incluso tratan de justificar esta situación, así como la recurrente
participación de las iglesias en pequeñas comunidades, que en gran medida
arengan al pueblo a cometer estos ilícitos.
En la mayoría de
los casos, sostuvo, son las campanas de las parroquias locales las que convocan
a la población a la plaza del pueblo, donde se constituye una suerte de
tribunal popular.
En la sesión
inaugural del ciclo de conferencias y mesas redondas, organizado en conjunto
por el IIJ y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Estuvieron presentes:
José Luis Soberanes, presidente de esa institución; José Antonio Caballero,
investigador de la dependencia universitaria y Efraín Cardozo, profesor de la
Facultad de Derecho.
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