14:00 hrs. Noviembre 19 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-1130 

 

  

 

 

CAEN PRODUCCIÓN E INVERSIONES EN EL SECTOR AGRÍCOLA: CABRERA ADAME

 

· El secretario general de la Facultad de Economía habló sobre “Los retos de la agricultura en México”

· El resto más grande es ubicar la agricultura en el interés nacional: Ramiro Arroyo Sepúlveda

 

Las exportaciones agrícolas han disminuido sustancialmente en los últimos años al pasar de 9.8 por ciento en 1980, a cinco por ciento en 1995 y se prevé que este año representarán el 2.8 por ciento.

 

La inversión pública, asimismo, ha decrecido de manera importante. De ubicarse en niveles de 25 por ciento en la década de los 50, para este año se destinaron 80 mil millones de pesos, el 1.2 por ciento del PIB, así lo aseguró Carlos Javier Cabrera Adame, secretario general de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM, al participar en la conferencia Los retos de la agricultura en México.

 

Dicha cantidad, afirmó, es insuficiente para sacar “al campo de la postración de muchos años. Así, es necesario no sólo destinar montos crecientes al desarrollo rural, sino utilizarlos de manera eficiente”.

 

Los principales retos del sector agrícola, agregó, tienen que ver con el rezago de la producción frente a la expansión demográfica, el incremento de las exportaciones dentro de la oferta total de alimentos en el país, el deterioro de la capacidad de generación de divisas y de empleos, así como la descapitalización.

 

 

Añadió que el sector ha perdido peso en el total de las exportaciones y del Producto Interno Bruto, y los recursos que se destinan al financiamiento de este tipo de actividad han disminuido.

 

En el marco de los festejos por el 450 aniversario de la fundación de la Universidad de México, en el Palacio de Minería, el especialista puntualizó que en 1990 la participación de sector agrícola dentro del total del PIB era de 7.2 por ciento; en 1995 de cinco por ciento y en el 2000 de cuatro. Para este año se estima que será de 3.8 por ciento.

 

Puntualizó que la agricultura depende de factores climatológicos, por lo que la producción no se puede planear y, por tanto, tiene una gran volatilidad.

 

Este año, la producción de arroz será de 408 mil toneladas, y se importarán 668 mil toneladas; en el caso del maíz, las cifras son de 18.6 millones de toneladas producidas en el territorio contra 5.4 millones de toneladas que se traerán del exterior, de ahí que otro de los grandes retos, subrayó, es producir los alimentos que la población necesita para satisfacer sus necesidades.

 

El abandono del campo, finalizó, ha propiciado que la desigualdad sea más evidente en las zonas rurales que en las urbanas, y que la mayor parte de los pobres y las peores condiciones de vida se encuentren en esa región.

 

Por su parte, Ramiro Arroyo Sepúlveda, director del Programa de Jornaleros Agrícolas de la Secretaría de Desarrollo Social, opinó que el reto más grande de la agricultura en México “es ubicarla en el interés nacional, en el modelo de desarrollo y de políticas económicas y sociales”.

 

Dijo que el medio rural presenta problemas estructurales y de desigualdad con respecto al resto de los sectores productivos. Ejemplo de ello es la gran polarización de las actividades agrícolas en el territorio nacional: el Sur, caracterizado por el minifundismo y la falta de recursos e infraestructura, y el Norte tecnificado.

 

En ese sentido, añadió, es necesario enfrentar el reto de la desigualdad entre regiones mediante la capacitación, usos de nuevas tecnologías y de mecanismos de comercialización eficientes.

 

Asimismo, mencionó como otro reto del sector la modificación del marco jurídico que está completamente desarticulado, ya que no conjuga la cantidad de factores y actores involucrados. “Además, en el campo la ley es letra muerta, los jornaleros no tienen protección para hacer valer sus derechos como trabajadores, y no hay contratos ni seguridad en el empleo”, abundó.

 

Arroyo Sepúlveda agregó que durante mucho tiempo los movimientos sociales en el campo no se habían manifestado, pero de dos años a la fecha se ha visto una serie de movilizaciones como la de los productores de caña y piña.

 

“Las respuestas que se han tratado de dar a esos conflictos son paliativos de carácter técnico, regional y focalizados”. Sin embargo, el reto más grande es restablecer espacios de negociación que eviten el resurgimiento de movimientos sociales de descontento.

 

Mientras el gobierno y la sociedad no pongan en su justo término la importancia del sector rural, nos esperan fuertes conflictos sociales que no se podrán parar con facilidad, remató.

 

 

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