Boletín UNAM-DGCS-1107
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Si el creciente sector de población en edad
productiva no es ocupado, podrían presentarse trastornos sociales, advirtió la
especialista del Colegio de México Luz María Valdés
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Nuestro país está en tiempo para implementar
una política capaz de garantizar el crecimiento necesario de la planta
productiva, aseguró
Diseñar políticas de empleo que absorban a la
creciente población en edad productiva es un requisito para tener un país
económicamente próspero, afirmó la especialista en demografía Luz María Valdés,
al dictar la conferencia Población y Desarrollo en la Facultad de Economía (FE)
de la UNAM.
Acompañada por Rolando Cordera
Campos, docente de la FE, la académica de El Colegio de México, invitada para
la sesión final del ciclo de actividades académicas sobre la evolución política
y económica de México, señaló que en los próximos años nuestro país mantendrá,
por primera vez en su historia, la tendencia al crecimiento de la población en
edades entre los 15 y 64 años.
Esa franja poblacional, explicó, es lo que se
ha denominado el “bono productivo”, ya que los individuos en esas edades están
en posibilidades de desarrollar actividades productivas, al contrario de la
llamada población dependiente, menor de 15 años o mayor de 64.
Este bono productivo, precisó, implica ciertos
riesgos si no se desarrolla una planta productiva capaz de absorber la
creciente oferta de mano de obra. De no suceder ello, advirtió, podrían
incrementarse sensiblemente los índices de migración, o bien registrarse una
creciente violencia social.
México está
a tiempo para iniciar los esfuerzos tendentes a ampliar la demanda de
mano de obra, dijo, ya que las proyecciones de este crecimiento de la población
en edad productiva está previsto para el periodo comprendido entre los años
2020 y 2035, aproximadamente.
La especialista indicó que nuestro país ha
experimentado, en las últimas cinco décadas, un notable desplazamiento de las
personas ocupadas hacia el sector de comercio y servicios, en lugar de
emplearse en actividades productivas.
En 1950, agregó, el porcentaje ocupado en ese
sector era del 21 por ciento, mientras que para 1990 ya había crecido al 49.7 por
ciento y el año 2000 esa cifra representó el 56.4 por ciento.
La investigadora del Colegio de México sostuvo
que las comunidades indígenas presentan patrones de crecimiento poblacional
diferentes al del resto de los mexicanos.
Mientras que la mayor parte de la sociedad
crece a un ritmo de entre 1.4 y 1.5% anual, los indígenas lo hacen hasta en un
cuatro por ciento. Esto significa, puntualizó, que mientras la población
indígena se duplica cada 20 años, el resto lo hace cada 50 años.
Luz María Valdés destacó que a partir de la
década de los 70 México se convirtió en un país modelo para el resto de las
naciones desarrolladas y subdesarrolladas por sus políticas demográficas, ya
que fue el primero en acatar las recomendaciones de la Conferencia Mundial de
Población al crear el Consejo Nacional de Población.
Mencionó que no obstante lo anterior, en muchas
ocasiones los indicadores de población han resultado desacertados. Tal fue el
caso, ejemplificó, de las cifras programáticas elaboradas durante el gobierno
de Miguel de la Madrid Hurtado, que proyectó un crecimiento inferior al dos por
ciento, cuando la cifra real superó ese porcentaje.
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