Boletín UNAM-DGCS-1102
HAY QUE DEJAR DE
VER A LOS POBRES COMO UNA MASA AMORFA E INDIFERENCIADA
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Enrique Contreras
Suárez, dijo que esa visión ha privado en muchos programas populistas y
clientelares
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El investigador
aseguró que es necesario dejar de ver el problema como algo distinto de la
exclusión y la vulnerabilidad sociales
La pobreza es un factor complejo, con varias
dimensiones: cultural, psicosocial e institucional, por lo que se debe dejar de
ver a los pobres como una masa amorfa e indiferenciada, señaló Enrique
Contreras Suárez, investigador del Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias de Ciencias y Humanidades (CEIICH).
Al dictar la conferencia Pobreza,
exclusión y vulnerabilidad en el auditorio Manuel Sánchez Rosado de la Escuela
Nacional de Trabajo Social, puntualizó que esa visión ha privado en muchos
programas populistas y clientelares que han operado hasta ahora, por lo que
“sería bueno dejarla a un lado”.
El investigador dijo que también se requiere
dejar de ver a la pobreza como algo distinto de la exclusión y la
vulnerabilidad sociales. “No podemos pensar únicamente en la pobreza en
términos absolutos, como si eso abarcara toda su complejidad. Tenemos que
pensar, que están presentes en la discusión sobre el tema y de los aspectos de
la pobreza relativa, en sentido objetivo y subjetivo”.
En el diseño de programas eficientes para
combatir la pobreza, añadió Contreras Suárez, se han olvidado en múltiples
ocasiones los rasgos y dimensiones relacionadas con el trabajo social.
Recordó que el concepto de pobreza ha
experimentado una serie de modificaciones en el tiempo y espacio. Su
significado ha variado según diferentes construcciones sociales y situaciones
políticas, sociales y económicas.
En la actualidad, abundó, compiten diferentes
teorías sobre la dinámica de la pobreza, pero cuando se hace manifiesta y
visible para la sociedad, como sucede en nuestro país, entonces los debates en
torno a su concepto e importancia se vuelven más “encendidos”.
En todos los casos, expresó, se pretende
establecer la legitimidad de los programas de combate a la pobreza. Por ello,
“hace falta que tengamos proyectos destinados a mitigar este problema que sean
creíbles y que sean políticamente sustentados”.
Posiblemente las teorías que compitan entre sí
por este reconocimiento en las sociedades sean aquellas que subrayan las
dimensiones subjetivas de la pobreza, la vulnerabilidad y las capacidades o
potencialidades de las personas para abandonarla.
Empero, cuando se enfatiza a la pobreza como un
conjunto de recursos y potencialidades que las propias personas tienen, no
deben olvidarse los aspectos carenciales, económicos y de la falta de acceso a
una serie de bienes y servicios básicos que han sido estudiados por los
economistas.
Al parecer se impone establecer un equilibrio
entre esos factores y los relacionados con la posibilidad de potenciar las
capacidades de las propias personas que sufren la pobreza, aclaró el
investigador.
Ello se debe a que, reconocer los aspectos
carenciales, permite tener un sentido práctico y útil para la operación y supervisión
de las acciones públicas, lo que debe llevar a los funcionarios encargados de
estos asuntos a tener disponibilidad de recursos económicos.
Cuando se habla de pobreza hay que pensar cómo
se van a financiar los programas que la atienden o la combaten. “La sociedad,
finalizó el especialista, debe reconocer como genuinos los intereses económicos
y no económicos para la reflexión sobre el concepto de pobreza”.
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