14:00 hrs. Noviembre 9 de 2001


Boletín UNAM-DGCS-1102                                        

 

HAY QUE DEJAR DE VER A LOS POBRES COMO UNA MASA AMORFA E INDIFERENCIADA

 

·        Enrique Contreras Suárez, dijo que esa visión ha privado en muchos programas populistas y clientelares

·        El investigador aseguró que es necesario dejar de ver el problema como algo distinto de la exclusión y la vulnerabilidad sociales

 

La pobreza es un factor complejo, con varias dimensiones: cultural, psicosocial e institucional, por lo que se debe dejar de ver a los pobres como una masa amorfa e indiferenciada, señaló Enrique Contreras Suárez, investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Ciencias y Humanidades (CEIICH).

 

Al dictar la conferencia Pobreza, exclusión y vulnerabilidad en el auditorio Manuel Sánchez Rosado de la Escuela Nacional de Trabajo Social, puntualizó que esa visión ha privado en muchos programas populistas y clientelares que han operado hasta ahora, por lo que “sería bueno dejarla a un lado”.

 

El investigador dijo que también se requiere dejar de ver a la pobreza como algo distinto de la exclusión y la vulnerabilidad sociales. “No podemos pensar únicamente en la pobreza en términos absolutos, como si eso abarcara toda su complejidad. Tenemos que pensar, que están presentes en la discusión sobre el tema y de los aspectos de la pobreza relativa, en sentido objetivo y subjetivo”.

 

En el diseño de programas eficientes para combatir la pobreza, añadió Contreras Suárez, se han olvidado en múltiples ocasiones los rasgos y dimensiones relacionadas con el trabajo social.

 

Recordó que el concepto de pobreza ha experimentado una serie de modificaciones en el tiempo y espacio. Su significado ha variado según diferentes construcciones sociales y situaciones políticas, sociales y económicas.

 

En la actualidad, abundó, compiten diferentes teorías sobre la dinámica de la pobreza, pero cuando se hace manifiesta y visible para la sociedad, como sucede en nuestro país, entonces los debates en torno a su concepto e importancia se vuelven más “encendidos”.

 

En todos los casos, expresó, se pretende establecer la legitimidad de los programas de combate a la pobreza. Por ello, “hace falta que tengamos proyectos destinados a mitigar este problema que sean creíbles y que sean políticamente sustentados”.

 

Posiblemente las teorías que compitan entre sí por este reconocimiento en las sociedades sean aquellas que subrayan las dimensiones subjetivas de la pobreza, la vulnerabilidad y las capacidades o potencialidades de las personas para abandonarla.

 

Empero, cuando se enfatiza a la pobreza como un conjunto de recursos y potencialidades que las propias personas tienen, no deben olvidarse los aspectos carenciales, económicos y de la falta de acceso a una serie de bienes y servicios básicos que han sido estudiados por los economistas.

 

Al parecer se impone establecer un equilibrio entre esos factores y los relacionados con la posibilidad de potenciar las capacidades de las propias personas que sufren la pobreza, aclaró el investigador.

 

Ello se debe a que, reconocer los aspectos carenciales, permite tener un sentido práctico y útil para la operación y supervisión de las acciones públicas, lo que debe llevar a los funcionarios encargados de estos asuntos a tener disponibilidad de recursos económicos.

 

Cuando se habla de pobreza hay que pensar cómo se van a financiar los programas que la atienden o la combaten. “La sociedad, finalizó el especialista, debe reconocer como genuinos los intereses económicos y no económicos para la reflexión sobre el concepto de pobreza”.

 

 

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