Boletín UNAM-DGCS-1023
PIES DE FOTO AL FINAL DEL BOLETIN
NECESARIA MAYOR
REFLEXIÓN EN TORNO A LOS TRANSPLANTES DE ÓRGANOS Y SU SIGNIFICADO
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Ingrid Brena Sesma, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM, sostuvo que donadores, receptores y familiares deben estar plenamente
informados sobre su significado
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Las personas no donan
sus órganos por cuestiones religiosas, culturales, temor o desconocimiento:
Judith González Sánchez del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán.
Las implicaciones de los transplantes de
órganos no se limitan a sus aspectos técnicos o médicos; van implícitas también
consecuencias científicas, sociológicas, psicológicas, filosóficas y jurídicas.
Por ello, los especialistas en la materia y la sociedad en general deben
analizar más a fondo los límites necesarios de dicha actividad, señaló Ingrid
Brena Sesma, del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM.
La idea es beneficiar el estado de salud de
personas que la han perdido, al tiempo que se preservan los valores
profundamente enraizados en las culturas donde se lleva a cabo este tipo de
operación, agregó Brena Sesma.
Durante su participación en la conferencia Reflexiones
en torno al transplante de órganos y tejidos y los derechos humanos de los
participantes, organizada por el Núcleo
de Estudios Interdisciplinarios en Salud y Derecho del IIJ, agregó que la
información sobre los riesgos y las posibilidades de éxito, que debe ser
proporcionada por el equipo médico, tiene que conocerlas muy bien el donador,
el receptor y las familias de ambos, que en muchos casos es la misma.
Si la persona de la cual se extraen los órganos
o tejidos está viva, explicó, ella será quien manifieste su voluntad de donar.
Si se trata de un fallecido "estamos frente a un cadáver, al cual se le
considera ya como un objeto".
En tal supuesto se pueden presentar dos
posibilidades: que la persona en vida haya dispuesto la donación para después
de su muerte, y si la persona murió sin dejar expresada su voluntad de donar o
de manifestar que no desea que alguno de sus órganos le sea extraído a su
cadáver, las distintas legislaciones señalan quienes pueden autorizar la
ablación de los órganos.
Las decisiones no son fáciles, ya que si se
trata de la donación de un riñón o de un órgano no renovable se somete al
donante a una intervención quirúrgica no exenta de riesgos y se deja abierta la
posibilidad de un incremento de riesgos futuros para su salud.
Lo que más frecuentemente ocurre, aseguró, es
que las personas no hagan manifestación alguna sobre el destino de sus órganos
o tejidos. En este caso la legislación mexicana ha resuelto regular la
aceptación tácita cuando se requiere para fines de transplante, pero con el
necesario consentimiento de alguna de las personas señaladas en la ley: el o la
cónyuge, el concubinario, la concubina, los descendientes, los ascendientes,
los hermanos, el adoptado o el adoptante.
También los menores pueden convertirse en
donantes. En estos casos, se requiere de un planteamiento distinto y muy
delicado, pues los menores no han alcanzado el grado de discernimiento y
autonomía personal para gobernarse y decidir por sí mismos.
Sin embargo, dijo Brena Sesma, no permitirles a
los niños o adolescente que expresen su voluntad parece una transgresión a sus
derechos fundamentales. "Desafortunadamente, la legislación mexicana no
toma en cuenta la voluntad del menor, ni siquiera su opinión".
Al lado de los médicos que participan en los
transplantes es necesaria la intervención de otros profesionales de la salud,
pues este suceso tiene un gran impacto en las emociones tanto del donante si
está vivo o de sus familiares, si está muerte, así como del receptor.
"No es fácil aceptar la ablación de una
parte del propio cuerpo. Para algunas personas podría incluso representar un
trauma el saber que carecerán de un órgano para el resto de su vida. Además,
deben saber que tal vez su gesto altruista no llegue a buen fin si se presentan
complicaciones como el rechazo del órgano por el donante. Tampoco al receptor
le resultará sencillo aceptar un órgano extraño ¿Deberá estar agradecido toda
su vida a quien le donó el órgano? Indudablemente el entender y aceptar estos
cambios requiere de un soporte psicológico", afirmó.
Al respecto, Judith González Sánchez,
responsable del Área de Psiquiatría del Comité de Transplantes del Instituto
Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, habló de la
experiencia de este organismo en cuanto a los transplantes, destacando que
principalmente realizan de riñón, hígado y médula ósea.
En promedio, comentó, se realizan, de riñón,
dos a la semana, de hígado, dos al mes, y llevan seis de médula ósea en los
ocho meses que tienen de estar realizándolos.
Quienes se niegan a donar o a ser objetos de
transplante, precisó, lo hacen por motivos religiosos o culturales, por temor,
y por desconocimiento del proceso y sus consecuencias tanto positivas como
negativas.
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Foto 1
Las personas no donan sus órganos
por cuestiones religiosas, culturales, temor o desconocimiento, señaló en la
UNAM Judith González Sánchez del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y
Nutrición Salvador Zubirán.
Foto 2
Carolina Álvarez,
Ingrid Baena Sesma y Judith González Sánchez durante la conferencia Reflexiones
en torno al transplante de órganos y tejidos, y los derechos humanos de los
participantes, en la UNAM.