15:00 hrs. Enero 26 del 2001


Boletín UNAM-DGCS-067

 

PRIVATIZAR SISTEMAS DE SEGURIDAD Y CUSTODIA EN CERESOS, ABATIRÍA LA CORRUPCIÓN: JAVIER AMARO

 

·        Necesaria la participación de la iniciativa privada para crear empleos en el sistema carcelario, afirma el profesor de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM

·        Urge la profesionalización del personal carcelario para readaptar a los reclusos

 

 

La corrupción en los centros de readaptación social podría evitarse si se privatizan los sistemas de seguridad y custodia, y la iniciativa privada participa en la creación de empleos y apertura de escuelas para los internos, afirmó Javier Amaro, profesor de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.

 

La nueva ley de ejecuciones y sanciones penales para el Distrito Federal –subrayó- exige trabajo y educación para los reclusos en centros penitenciarios, “no obstante, los talleres están cerrados o las escuelas no tienen la capacidad instalada para atenderlos”.

 

El académico destacó los principales “males” del sistema carcelario: sobrepoblación, corrupción, deshumanización y falta de profesionalización del personal y precisó que desde 1980 –año en que se abrió el último reclusorio preventivo en la capital– hasta la fecha, la carencia de personas capaces de enfrentar la readaptación social es una constante.

 

Javier Amaro, egresado de la Facultad de Derecho de la UNAM, consideró amplia la problemática en esos sitios y dijo: “desdichadamente las autoridades locales no han sabido enfrentarla”.

 

En este contexto, destacó la necesidad de que el personal encargado de vigilancia y custodia cuente con amplio conocimiento en materia de seguridad carcelaria, derechos humanos, trato a las personas, relaciones humanas y psicología del criminal. “No podemos tener ‘robots’ para intimidar a los presos”, acotó.

 

Además, abundó, se requiere también la participación interdisciplinaria de profesionistas, como son los trabajadores sociales, psicólogos, pedagogos, criminólogos y médicos, entre otros, para proporcionar tratamiento integral a los presos.

 

Cuando un individuo ingresa a la cárcel hay que saberlo canalizar, porque se enfrenta “a un mundo desconocido”. Estos lugares son considerados “la parte oscura de la sociedad” y, por ende, quienes ahí laboran también forman parte de ese mundo, indicó.

 

Estimó primordial que los reclusos tengan ocupación laboral, porque les permite dignificarse y contribuir al gasto familiar.

 

La misión en las prisiones, sostuvo, es lograr la readaptación del interno, sin embargo, no se logra porque la capacidad instalada está desfasada y no brinda seguridad ni vigilancia.

 

Se pronunció por eliminar el trato preferencial a quienes cuentan con recursos económicos. La corrupción en los centros penitenciarios, indicó, es recurrente, porque es la ‘llave’ para satisfacer cualquier requerimiento de los internos.

 

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