9:00 hrs. Diciembre 29 de 2000


Boletín UNAM-DGCS-873

 

 

NECESARIA MAYOR COOPERACIÓN ENTRE AUTORIDADES ENCARGADAS DE COMBATIR LA DELINCUENCIA

 

·        Las acusaciones mutuas entre jueces y agentes del Ministerio Público sólo favorecen a los delincuentes

·        De nada sirve aumentar las penas sino se capacita a quienes participan en la impartición de justicia

 

Jueces y agentes del Ministerio Público deben dejar atrás enfrentamientos y colaborar en el combate a la delincuencia, afirmó el investigador Enrique Díaz Aranda, del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM.

 

Los representantes de ambos órganos de impartición de justicia deberían trabajar coordinadamente con el propósito común de combatir el delito y procesar a quienes los cometen, en lugar de acusarse mutuamente por las ineficacias con las que se desempeñan sus tareas dichas instancias, agregó.

 

El especialista en derecho penal de la Universidad Nacional señaló que actualmente el Ministerio Público responsabiliza a los órganos jurisdiccionales por dejar libres a los delincuentes, mientras que los jueces sostienen que aquéllos integran de manera deficiente las averiguaciones previas, lo que no les permite sancionar a quienes cometen delitos.

 

Este enfrentamiento entre instituciones, aseguró el investigador universitario, a los únicos que beneficia es a los propios delincuentes, quienes aprovechan las deficiencias legales para salir libres y continuar con sus actividades ilícitas.

 

Díaz Aranda manifestó que parte importante de las políticas para prevenir el delito consiste en evitar que en la sociedad se perciba la sensación de impunidad.

 

Enrique Díaz Aranda sostuvo que ante la creciente inseguridad, los legisladores dan a la población una solución falsa y demagógica al incrementar las penas, ya que ésta medida no contribuye en nada a reducir los índices delictivos.

 

De nada sirve, sostuvo, aumentar las penas si la ley no se aplica correctamente y los cuerpos policíacos carecen de la preparación para dar respuesta efectiva a la comisión de delitos.

 

Tradicionalmente, añadió el investigador, el derecho penal era visto como una reacción social ante las conductas ilícitas, pero esta tendencia se ha invertido y lo que se busca en primer lugar es prevenir el delito.

 

Sólo cuando la prevención no da resultado se presenta la reacción a través de las sanciones penales, pero éstas deben perseguir el objetivo de la readaptación. No se trata, dijo, de castigar por castigar.

 

Díaz Aranda opinó que las diversas políticas que se deben poner en práctica para prevenir eficazmente los delitos deben adoptarse de manera unitaria, pero las más urgentes son las relativas a la capacitación y el adecuado equipamiento de las corporaciones policiales, y la adopción de políticas económicas que permitan generar un entorno social favorable que no orille a las personas a delinquir por necesidad.

 

El académico aclaró que lo anterior no significa asociar la delincuencia con la pobreza, ya que existen múltiples casos de individuos con posiciones económicas muy favorables que incurren en conductas penadas por la ley.

 

Una medida que podría resultar positiva sería la de reducir sanciones a los reos por delitos de carácter económico, cuando éstos estén dispuestos a aportar recursos para obras de carácter social como hospitales o bien para la generación de empleos.

 

 

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