9:00 hrs. Diciembre 23 de 2000
Boletín
UNAM-DGCS-863
RIESGOSO USAR CIERTAS PLANTAS MEDICINALES, ALERTAN ESPECIALISTAS DE LA UNAM
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Edelmira Linares Mazari, encargada de
Difusión y Enseñanza del Jardín Botánico de la UNAM, alertó sobre las plantas
que pueden ser tóxicas
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Las instituciones de salud han tratado de poner orden en la
comercialización de plantas medicinales, pero aún falta mucho por hacer, dice
la experta
Existe la creencia
entre la población de que el uso de las plantas medicinales es siempre
inocuo, de que “si no curan, no matan”, sin embargo, su uso sin conocimiento
puede ser riesgoso para la salud, advirtió Edelmira Linares Mazari, encargada
de Difusión y Enseñanza del Jardín Botánico del Instituto de Biología de la
UNAM.
Al respecto señaló que hay plantas que pueden ser tóxicas,
una de las más conocidas es el toloache, empleada en la medicina tradicional
para curar inflamaciones, llagas y problemas de hemorroides, pero que de
ingerirse puede causar delirios o locura.
Otro ejemplo es el epazote
que, consumido en grandes porciones, se vuelve tóxico por la sustancia llamada ascaridol, aceite que puede producir
incluso parálisis. Por ello, los condimentos no se consumen en grandes
cantidades, se usan únicamente para dar sabor a los alimentos, de esa manera,
incluso, la planta actúa como medicina preventiva, porque ayuda a eliminar los
parásitos intestinales.
Desde hace tiempo,
instancias como la Secretaría de Salud tratan de regular el uso de las plantas
medicinales, pero aún falta mucho por hacer pues algunas de ellas no son
consideradas ni están registradas como productos farmacéuticos o alimenticios.
Hasta el momento sólo
se ha logrado la publicación en el Diario Oficial en 1999, de una lista de
plantas tóxicas, que incluye además al “anis de estrella” que se da a los niños
cuando tienen cólico, pero en exceso les puede causar la muerte.
Explicó que es muy
difícil determinar cuántas plantas medicinales existen en México y el mundo,
debido a que no se conoce toda la flora. “Creemos que en nuestro país existen
alrededor de tres mil 500; no sabemos exactamente cuántas hay, porque muchas
áreas aún no han sido investigadas y siempre se están registrando nuevas
plantas”.
Son utilizadas para lo
que la maestra Linares denomina “padecimientos de origen cultural”, como son la
caída de la mollera, el susto, el empacho, la caída de la sombra o la
vergüenza, para cuya curación se emplean adicionalmente masajes y otras
técnicas.
Otras se emplean para curar
padecimientos que la cultura occidental reconoce como enfermedades, por ejemplo
problemas gastrointestinales y bronquiopulmonares, anemia y diabetes.
Explicó que cada
planta tiene al menos una propiedad diferente de acuerdo con los componentes
químicos que contenga; unas son astringentes y otras antinflamatorias, como el
árnica, la cual, según se ha comprobado, es muy efectiva y actúa sobre la
inflamación interna y externa. En este caso se trata del árnica Heterotheca inuloides, que es mexicana y
no es tóxica. En contraste, el árnica europea sí es tóxica, por lo cual no se
puede ingerir.
Recordó que el uso de
las plantas medicinales en nuestro país inició con los indígenas. Luego vino la
influencia española, que a su vez contiene elementos árabes y de otras
culturas, sobre la herbolaria medicinal de México; apareció la manzanilla, la
yerbabuena, la ruda, la santamaría y se mezclaron, como la uña de gato que
viene de Sudamérica y que junto con el tepezcohuite eran desconocidas hasta
hace menos de dos décadas.
Refirió que el
Instituto de Biología tiene un proyecto con el Grupo de Cooperación
Internacional para el Estudio de la Biodiversidad, que se realiza en
colaboración con las universidades de Arizona y Católica de Chile, y el
Instituto INTA, de Argentina, para analizar plantas que provienen de zonas
áridas, semiáridas o secas, o bien de áreas donde son muy marcadas las épocas
de secas y lluvias.
Algunas de ellas, como
la gobernadora, se encuentra desde México país hasta Argentina y mediante su estudio
se determina si tienen los mismos componentes químicos.
“Hemos estudiado las
plantas que se venden en los mercados de México, las cuales tienen un alto
valor comercial”. Se detecta cuáles son las más comercializadas, con el
objetivo de visitar las poblaciones naturales y establecer dónde crecen y cómo
sobreviven, y si son sobreexplotadas, porque puede haber peligro de que se
terminen en sus hábitats naturales y desaparecer.
El Jardín Botánico de
la UNAM cuenta con un laboratorio de cultivo de tejidos, en donde se hacen
pruebas de multiplicación masiva para poder introducirse al campo y, de ese
modo, evitar la extinción de los recursos vegetales.
El objetivo del proyecto encabezado en la parte
etnobotánica por el doctor Robert Bye, director del Jardín Botánico IB-UNAM, es
evaluar las plantas, documentar su historia y usos, así como para saber en qué
condiciones se encuentran las poblaciones naturales, a fin de contribuir a
mejorar el nivel de vida de los mexicanos, a través de la cura de enfermedades como
la diarrea y la tuberculosis.
Hasta el momento se
han analizado alrededor de 500 plantas distintas, conocimiento que beneficiará
a la población, concluyó la maestra Linares Mazari.
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