9:00 hrs. Noviembre 5 de 2000
Boletín
UNAM-DGCS-731
RECIBIRÁN INVESTIGADORES DE LA UNAM LOS
PREMIOS BIENALES FUNSALUD 2000
·
Susana López Charretón, del Instituto de Biotecnología, por un estudio
acerca del rotavirus causante de gastroenteritis en menores de cinco años
·
Elvia Gallegos Neyra, de la ENEP Iztacala, por sus estudios sobre los
efectos de la irrigación con aguas residuales en la calidad de las aguas
subterráneas
Investigadores del
Instituto de Biotecnología (IB) y de la Escuela Nacional de Estudios
Profesionales (ENEP) Iztacala, recibirán el martes 7 de noviembre los Premios
Bienales Funsalud 2000, por sus contribuciones al estudio sobre el rotavirus
causante de las gastroenteritis agudas
infecciosas o ambientales en menores de cinco años, así como por los efectos de
la irrigación con aguas residuales en la calidad de las aguas subterráneas de
México.
Se trata de los
trabajos encabezados por las doctoras Susana López Charretón, del IB, y Elvia
Gallegos Neyra, de la ENEP Iztacala, quienes recibirán los premios "Nadro
en Infecciones Gastrointestinales" y "Matilde M. De Santos en Salud Ambiental",
respectivamente.
López Charretón afirmó
que en el laboratorio del Departamento de Genética y Fisiología Molecular del
IB se lleva a cabo, desde hace 20 años, el estudio del rotavirus, que provoca
la gastroenteritis en menores de cinco años.
Explicó que en los
países en desarrollo las gastroenteritis infecciosas agudas son la causa más
frecuente de morbilidad y mortalidad en infantes, con alrededor de mil millones
de episodios diarréicos, y entre cuatro y cinco millones de muertes por año.
Los rotavirus, añadió,
también ocasionan las diarreas deshidratantes severas en menores de dos años
-cuyo "pico" epidemiológico se registra en el invierno- y se estima
que una vacuna efectiva contra este virus podría evitar cerca de 800 mil
muertes de infantes cada año en el mundo.
El equipo de
investigadores universitarios, encabezados por López Charretón, se dedica a
estudiar la biología molecular del virus, miembro de la familia Reoviridae, el cual infecta las puntas
de las vellosidades del intestino delgado y las destruye, lo que produce una
diarrea tan severa que puede llevar a la muerte.
"Estamos
interesados en conocer cómo se une el virus a las células del intestino para
luego entrar en ellas e infectarlas, ¿qué hace diferentes a estas células de
las del resto del cuerpo?, ¿Por qué no se infectan las vías respiratorias?,
¿Por qué el virus no se va a la sangre, por ejemplo?", se pregunta la
investigadora.
Al respecto comentó
que las moléculas en la superficie de las células intestinales, utilizadas por
el propio virus para adherirse y entrar en ellas, lo llevan al intestino.
Durante muchos años,
recordó, pensábamos que el virus se pegaba a ciertos azúcares de las células
intestinales para introducirse en ellas posteriormente, sin embargo, no sucede
así.
En estudios previos
los investigadores propusieron la existencia de al menos tres sitios en la
superficie de la célula con los cuales los rotavirus interaccionan durante su
unión y posterior ingreso al citoplasma celular. En el trabajo premiado se
describe que, como mínimo, se requieren dos pasos para que el virus entre en la
célula.
En el trabajo ganador,
aseguró López Charretón, por primera vez pudimos proponer un modelo que muestra
la forma en que entra el virus: se pega a las células intestinales y cambia a
un siguiente receptor.
Todo ello es
importante, añadió, porque mientras más se conozcan los pasos que sigue el
virus para pegarse, penetrar e infectar a la célula, se podrá interrumpir el
proceso. Surge la posibilidad de diseñar métodos terapéuticos y preventivos que
bloqueen la infección viral.
En la actualidad en
diversos países ya se trabaja para conseguir vacunas que si bien no prevendrán
la infección, por lo menos disminuirán o atenuarán los síntomas de la primera
fase en los infantes y que es la más severa en relación con las que se producen
en etapas posteriores de la vida.
Con López Charretón
colaboran Carlos Arias, Selene Zárate, Rafaela Espinosa, Pedro Romero y Ernesto
Méndez.
Por otra parte,
investigadores de la ENEP Iztacala, encabezados por la doctora Elvia Gallegos
Neyra, estudiaron los efectos de la irrigación con aguas residuales en la
calidad de las aguas subterráneas de México.
Gallegos Neyra explicó
que el agua subterránea representa casi el 95 por ciento de los recursos disponibles
del agua dulce en el mundo; esos manantiales son considerados fuente segura del
líquido protegido por capas de suelo que eliminan contaminantes a medida que se
filtra a los mantos inferiores.
En México, abundó, hay
importantes reservas de agua dulce en el subsuelo, aunque se encuentran
localizadas en pocos lugares del territorio. Alrededor del 40 por ciento del
territorio es árido y semiárido, y el 70 por ciento de la población de esas
zonas depende del agua subterránea para cubrir sus necesidades básicas.
Aseguró que el rápido
aumento de la población y el desarrollo industrial incrementaron la demanda de
agua potable, al tiempo que se generan mayores volúmenes de agua residual, cuyo
uso en el riego puede contaminar los mantos acuíferos.
La investigación de
los universitarios se realizó en el Valle del Mezquital, Hidalgo, y en León,
Guanajuato. La primera región tiene uno de los esquemas de irrigación agrícola
con aguas residuales domésticas más extenso y antiguo que se conoce. El líquido
proveniente del subsuelo es empleado para la agricultura y el abastecimiento de
agua potable de Mixquiahuala, Tula y Actopan.
En tanto, la ciudad de
León depende en un 70 por ciento del agua subterránea para satisfacer a más de
un millón de pobladores. Los acuíferos se encuentran debajo de importantes
áreas de cultivo de trigo y sorgo que fueron regadas durante décadas con agua
residual.
En ambos casos se
evaluó la calidad del agua de los acuíferos, mediante muestras tomadas durante
dos años de pozos con dos y hasta 100 metros de profundidad. Se realizaron
análisis fisicoquímicos y bacteriológicos; se registraron las poblaciones de
bacterias indicadoras de contaminación fecal y patógenas.
El estudio permitió
comprobar que la contaminación del agua de los pozos está influenciada
principalmente por factores espaciales y temporales. Por ejemplo, las
concentraciones más elevadas de coliformes se registraron en época de lluvia y
las menores durante la sequía.
El agua residual que
se filtra al subsuelo y llega a los acuíferos subterráneos a depositar
concentraciones elevadas de elementos potencialmente tóxicos y contaminantes
fecales, tiene efecto negativo e implica riesgo para la salud de las
poblaciones de esas regiones.
Como parte de las
conclusiones de la investigación, los estudiosos de la UNAM, sugieren que se
regule la irrigación con aguas residuales para proteger los mantos
subterráneas.
En esta investigación también participaron los
doctores Alan Warren, Esperanza Robles, Emelia Campoy, Arturo Calderón, María
Guadalupe Sainz, Patricia Bonilla y Oscar Escolero, y se llevó a cabo en
colaboración con la Comisión Nacional del Agua, el Natural History Museum de
Londres y The British Geological Survey, instituciones pioneras en el estudio
de la calidad del agua de acuíferos.
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