9:00 hrs.  Noviembre 4 de 2000


Boletín UNAM-DGCS-729

 

INVESTIGADORA DE LA UNAM DESCUBRE  NUEVA CULTURA PREHISPÁNICA

 

 

·        María Teresa Cabrero, del Instituto de Investigaciones Antropológicas, dijo que el hallazgo se hizo en el “Cañón de Bolaños” proyecto en el que se trabaja desde hace 20 años

·        Se han encontrado 114 zonas habitacionales y nueve  monumentos funerarios profundos, también llamados “tumbas de tiro”, pertenecientes a la “Cultura de  Bolaños”

 

 

En el Cañón de Bolaños, que abarca Nayarit, Colima y Jalisco, se descubrió una nueva cultura que utilizaba “tumbas de tiro”, es decir, monumentos funerarios construidos bajo la superficie, formados por un  pozo de profundidad variable que desemboca en una cámara para albergar a los muertos, informó María Teresa Cabrero García, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.

 

Este tipo de entierros se habían encontrado en los estados de la costa del Pacífico, pero siempre cerca de la ribera y coinciden con los encontrados en países como Ecuador, Colombia y Perú, aunque en estos últimos existen ofrendas en oro, a diferencia de las tumbas de tiro mexicanas.

 

“Llevamos 20 años en un proyecto de investigación en el Cañón de Bolaños, que inicia en el sureste y penetra por el norte de Jalisco hasta sus límites con Nayarit".

 

Hasta el momento se han localizado 114 lugares habitacionales donde se encontraron nueve tumbas de tiro, tres de ellas selladas y las otras seis saqueadas totalmente. Las tumbas datan del año 80 hasta el 440 después de Cristo.

 

El hallazgo de las tumbas de tiro selladas, indicó la especialista de la UNAM, permitió a los antropólogos conocer las costumbres funerarias de esta sociedad, a la que denominaron "Cultura Bolaños" –por el lugar donde fue localizada-, ya que no existe ningún vestigio de escritura.

 

Se piensa que los indígenas de América del Sur mantenían un intercambio comercial con los del occidente de México y utilizaban el Cañón de Bolaños como acceso a la zona de Chalchihuitle para proveerse de chalchihuitl o piedra azul-verde, la cual era importante para sus ritos ceremoniales.

 

Durante estas visitas por el Cañón de Bolaños los indígenas suramericanos transmitieron algunos rasgos y costumbres a los pobladores del lugar, entre ellos las tumbas de tiro, las cuales eran exclusivas de los gobernantes y las personas importantes de la comunidad, diferenciado por los adornos de concha marina determinaban el estatus del personaje.

 

Un elemento que resalta en este descubrimiento es la existencia de estatuillas que representaban al perro xoloitzcuintli, y además se encontraron restos óseos de éste animal.

 

“La función que el perro desempeñaba era la de guía del muerto por el camino que lo conduciría a su morada final. Por eso fue tan apreciado, pero únicamente se ha encontrado su presencia en tumbas de gobernantes, no en las de gente humilde”, afirmó.

 

Las tumbas de tiro se reutilizaban, cuando moría otro gobernante se abrían y depositaba el cuerpo. Los restos anteriores eran cremados y colocados en grandes jarrones, que a su vez representaban a la tumba, pues tenían un cuello largo –el tiro- y la cavidad interior redondeada –la cámara-, y se colocaban nuevamente en el sepulcro.

 

En una sola cámara, con una extensión de tres metros cuadrados, se  localizan los restos de hasta 86 personas, por lo que se presume que el tiempo útil de la tumba fue de 200 años, informó Teresa Cabrero.

 

La gente del pueblo de la "Cultura Bolaños" enterraba a sus muertos directamente en la tierra, en pequeñas fosas, algunas veces extendidos y en otras flexionaban el cadáver, siempre acompañado de por lo menos una vasija con alimentos y sus implementos de trabajo.

 

El hombre en su afán de seguir “viviendo” se llevaba a la muerte todo lo que necesitaría, explicó la investigadora, inclusive en algunas tumbas  estaban su esposa, alguno de sus hijos y sus sirvientes, quienes eran sacrificados para que pudieran acompañar al gobernante en su camino.

 

“Creemos que después de un tiempo cesó la costumbre de las tumbas de tiro, debido al decaimiento económico de la región, ya que la ruta comercial terminó, por lo que ya no tenían tantos recursos para dedicarlos a sus muertos”, expresó María Teresa Cabrero.

 

Esta hipótesis se basa en el descubrimiento de un cementerio que se distingue de las áreas de entierro de la gente del pueblo, porque esta ubicado en la plaza principal del centro ceremonial, cerca del templo, y los cuerpos tenían adornos hechos de concha.

 

En la zona de Bolaños se han recuperado alrededor de 80 vasijas, 25 figurillas y más de 200 restos óseos. La mayoría de las piezas descubiertas serán exhibidas en el Museo Nacional de Antropología e Historia, mientras que el resto fueron entregadas al Museo de Guadalajara.

 

La costumbre de brindar ofrendas de comida y bebida a los muertos tiene raíces prehispánicas, pero la forma de enterrarlos varía según las culturas y su ubicación.

 

La colonización pretendió acabar con las tradiciones indígenas, pero éstas continuaron y se mezclaron con las costumbres españolas. “De ahí surgen los altares para los muertos, la idea de que un día al año regresan a visitar a sus familiares vivos", aseguró la catedrática.

 

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