Boletin: UNAM-2000/662 Lugar: Ciudad Universitaria
Fecha: Jueves, 12 de Octubre de 2000
EL VALOR DEL SUELO DEL PRIMER CUADRO DE LA CIUDAD DISMINUYE DEBIDO A LA INSEGURIDAD Y EL AMBULANTAJE

·El potencial de uso y la ubicación determinan el valor del suelo

·El control del suelo implica la regulación del desarrollo urbano
En los últimos años, el valor del suelo de varias zonas del centro de la Ciudad de México ha sufrido una disminución considerable debido al comercio
ambulante, la inaccesibilidad vial, la falta de disponibilidad de infraestructura –agua, drenaje, alumbrado público- y, en los últimos tiempos, la
inseguridad pública y las condiciones ambientales. Manuel Perló Cohen, director del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC) de la
UNAM, afirmó que, por el contrario, existen zonas como Santa Fe y áreas comerciales como las de las avenidas Mazarik y Reforma, en las que el
costo del suelo ha subido a tasas muy elevadas en los últimos 20 años debido a las inversiones en infraestructura.El suelo es una mercancía con
características especiales, pues no se puede trasladar de lugar a otro y no representa un valor en sí mismo; se lo confiere su potencial de
construcción y uso, además de su ubicación.Históricamente, el mercado del suelo determina el costo de un terreno –explicó el también integrante del
Instituto de Investigaciones Sociales-; se toma como base el precio al que se adquirió, el cual, en función de las restricciones y regulaciones en el
uso de suelo y la demanda existente, es influenciado positiva o negativamente.Los impuestos se basan en el valor catastral de la propiedad que, a
su vez, está ligado al valor comercial del suelo. “Muchas veces la autoridad nos cobra de manera incorrecta porque no sabe realmente cuánto
cuesta el metro cuadrado de terreno, pues no cuenta con cifras actualizadas”, apuntó Manuel Perló.Tal problema se aborda en el libro El estado del
conocimiento sobre el mercado del suelo urbano en México, de la autoría del propio Perló Cohen y de Alfredo Delgado Peña, fallecido en 1999, cuya
relevancia radica en que ese tipo de estudios son pocos en relación con la complejidad, heterogeneidad y dinámica que ese tipo de operaciones
comerciales tiene; tan sólo en el área metropolitana se realizan, aproximadamente, 500 operaciones de compra y venta de suelo urbano.Alfonso
Iracheta, presidente de El Colegio Mexiquense, en el acto que también sirvió de homenaje póstumo a Delgado Peña, aseguró que el control del suelo
implica la regulación del desarrollo urbano; sin embargo, su mercado está poco ordenado y aquel que es propietario tiene la posibilidad de hacer con
su terreno lo que quiere.El libro –editado por El Colegio Mexiquense y el Lincoln Institute of Land Policy- tiene diversas razones para ser importante.
Una de ellas es el análisis de la situación del mercado del suelo urbano en México, especialmente a partir del acelerado proceso de urbanización y
metropolización que se registró a partir de los años 40 en el territorio nacional.A partir del estudio se descubre que las ciudades mexicanas tienen
una serie de peculiaridades derivadas del modelo económico y político, así como de una cultura de “hacer ciudad” que es muy particular.Puntualizó
que en el país “tenemos un modelo económico altamente especulativo, el cual podemos denominar de capitalismo tardío. Ese retraso se refleja
también en el mercado inmobiliario”, añadió.En segundo término, manifestó, se observa que, desde la perspectiva del desarrollo político, existen
condiciones que tienden al centralismo, el cual ha sido parcialmente responsable de la mega urbanización del Valle de México; pero además, de que
casi todos los estudios sobre suelo urbano correspondan a la zona metropolitana y sólo unos cuantos al resto del país.Un tercer aspecto es la
“cultura de hacer ciudad” que nos ha llevado a pensar que sin reglas rigurosas podemos continuar construyéndola. Lo que encontramos es, en
cambio, un sistema de planeación que no responde a las necesidades de la urbe mexicana y, por otro lado, una sociedad que tampoco responde a
sus propias necesidades comunitarias de producción de espacio urbano.La consecuencia de ello es una ruptura de los arreglos institucionales
básicos y un mercado de suelo que propicia la apropiación de lo que no nos corresponde. “Hoy resulta que la ciudad, el espacio público, es
apropiado por una empresa camionera o de autobuses que puede ocupar un terreno sin pagarle nada a nadie; lo mismo ocurre con los comerciantes
ambulantes o quienes tienen recursos y se adueñan de lugares atractivos, aunque sean reservas naturales”.El estudio del problema del mercado
del suelo –como ocurre en el libro, en el cual se analizan 76 trabajos publicados de la década de los 40 hasta fechas recientes- es factor
fundamental para entender cómo se construye la ciudad y, sobre todo, para obtener las herramientas o instrumentos para controlar su crecimiento.El
funcionario agregó que “si somos capaces de conducir el mercado de suelo, de acordar con los diferentes actores que intervienen en él, con los
propietarios de la tierra, los desarrolladores, los ayuntamientos, organizaciones no gubernamentales que atienden a colonos y los inversionistas, e
integramos su punto de vista acerca del suelo, podríamos avanzar en determinar juntos hacia dónde sí y hacia dónde no puede crecer la ciudad de
México o cualquier otra”.La obra de Delgado y Perló permite identificar la necesidad e importancia de contar con un conocimiento integral de los
distintos mercados, para hacer del suelo urbano un factor de ahorro y redistribución del ingreso.En la presentación de El Estado del Conocimiento
sobre el Mercado del Suelo Urbano en México, efectuada en la Casa Universitaria del Libro, participaron también los investigadores Mario Bassols y

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