Boletin:          UNAM-2000/601

Lugar: Ciudad Universitaria

Fecha: Miércoles, 27 de Septiembre de 2000

 

PRECISO REPLANTEAR LA PRIVACIÓN DE LA LIBERTAD DE MENORES INFRACTORES: CARRILLO PRIETO

 

 

Es necesario replantear la función de la pena privativa de la libertad de los menores infractores, porque en ellos gravitan esperanzas, posibilidades de auto corrección, perspectivas de buen éxito en cuanto a rehabilitación, propuso Ignacio Carrillo Prieto, miembro de la Junta de Gobierno de la UNAM.

 

El funcionario universitario participó en la conferencia Los derechos humanos y los menores infractores, a través de una ponencia leída en su representación por Ramón Caballero Escobar, dentro del ciclo La prevención de la violencia, atención a grupos vulnerables y derechos humanos, efectuada en la sede de la Comisión Nacional de Derechos Humanos

 

En el documento, el también integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas, agregó que si los niños, los adolescentes y los jóvenes incurren cada vez más, en números absolutos y relativos, en comportamientos ilegítimos y caen en estados de abandono y de peligro, también ellos son cada vez más numerosos, igualmente en cifras absolutas, hasta constituir sociedades juveniles, sobre todo en los países menos desarrollados.

 

Dichos cambios de la delincuencia, indicó, proponen a los penalistas una serie de requerimientos inaplazables, como aceptar, con sus consecuencias, la incongruencia entre los códigos del momento y la situación material prevaleciente; la ineficacia de las instituciones penales y asegurativas como la prisión y la multa en la lucha contra el crimen, aunque de esa situación ha de rescatar el respeto a los derechos humanos.

 

De esta forma, aseveró, no puede soslayarse más que el sistema de atención al niño, basado en el principio de que para protegerle en ocasiones hay que separarlo de su familia, está siendo sustituido en diversos países por un modelo que contempla el problema desde la perspectiva de un sistema familiar y de la necesidad que tiene los menores de un contexto estable.

 

En este sentido, dijo, es imprescindible potenciar los recursos preventivos que actúan sobre la familia como unidad y sistema, no sólo desde el campo de los servicios sociales o la salud mental, sino desde una perspectiva globalizadora de activación de este núcleo que integra aspectos comovivienda, salud, trabajo y educación.

 

Carrillo Prieto coincidió con el jurista Sergio García Ramírez, en que la disminución de la edad para el ingreso al mundo del Derecho Penal no resuelve el problema de las infracciones cometidas por los jóvenes. En cambio, sí propicia que millares de jóvenes responsables de conductas ilícitas leves sean tratados como delincuentes adultos.

 

Asimismo, añadió que entre los obstáculos a los que se enfrenta la rehabilitación de los jóvenes se encuentran el reglamentismo, la monotonía de dieta y actividades, la conducción masiva de los internos pasando por alto necesidades personales, la penuria e indigencia de los jóvenes, el aislamiento, morbosidad, exceso de represión física y mental, así como la ociosidad.

 

Del aspecto de la rehabilitación de los menores infractores, afirmó, es necesario evitar que se produzcan choques con las estructuras de seguridad y vigilancia para que su incorporación social sea sin resentimientos.

 

Así, precisó, debe integrarse a los custodios a las tareas terapéuticas y posibilitar su participación activa, pues es necesario sustituir las antiguas tácticas de control y cambiar las impositivas por persuasivas.

 

De la investigación sobre la eficacia terapéutica de las instituciones correccionales, apuntó que debe tomarse en cuenta que, una vez liberado el transgresor, pueden surgir en la comunidad ambiental determinadas condiciones capaces de alterar, distorsionar o nulificar los resultados obtenidos por el tratamiento.

 

Los Centros de Tratamiento interno para menores infractores, señaló, pueden ser recursos adecuados para prevenir recaídas y apoyar a la recuperación en algunos casos, como los de aquellos que tengan alteraciones psicológicas o físicas importantes, que no puedan recibir atención adecuada en su familia; los que estén en situación de desamparo, que carecen de apoyos familiares colaterales; los adolescentes mayores que no van a establecer vínculos con sustitutos paternos, entre otros.

 

Agregó que la estancia en una institución puede ser benéfica si ofrece atención individualizada en aspectos físicos, psicológicos y médicos a los niños que necesiten dichos cuidados, y respecto de los cuales se tiene la seguridad de que no los reciben ni los van a tener en su medio familiar.

 

Esas estancias también resultan positivas si les permite mantener relación con su familia y el medio social cuando sea aconsejable, y si posibilitan trabajar responsablemente en la adquisición de normas y límites, autoestima, autoafirmación, habilidades sociales, autocontrol y automanejo, mediante programas individualizados diseñados con ese objetivo; y, por último, si apoya la formación escolar o laboral.

 

Finalmente, señaló que la pérdida de un menor no adaptado nos concierne a todos: al hogar, la familia y la sociedad en su conjunto

 

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