Boletin:          UNAM-2000/578

Lugar: Ciudad Universitaria

Fecha: Martes, 19 de Septiembre de 2000

 

LIMITAN EL PODER PÚBLICO Y LA CONCENTRACIÓN MEDIÁTICA EL LIBRE ACCESO A LA INFORMACIÓN

 

 

En países con democracias poco consolidadas o en transición, como México, los peligros para el libre acceso a la información se encuentran en las limitaciones y obstáculos puestos desde el poder público y en la concentración mediática, sobre todo empresarial, afirmó el especialista del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, Miguel Carbonell.

 

Se trata, precisó, de un proceso de concentración de la propiedad de los medios de comunicación en menos manos, así como a la aparición de medios y agencias transnacionales que dictan, de un modo eficaz, cuáles y cómo son los hechos sobre los que se debe informar.

 

Al participar en la segunda mesa de trabajo sobre “Concentración de medios y pluralismo”, que se lleva a cabo en el coloquio internacional “El derecho a la información y los derechos humanos”, Miguel Carbonell coincidió con Francisco Bastida Freijedo -catedrático de derecho constitucional en la Universidad de Oviedo, España- en el sentido de que la concentración empresarial de los medios se ha producido de tres formas distintas:

 

La horizontal, es decir, sobre un mismo medio de comunicación; la vertical, por el acaparamiento de medios de distinta naturaleza, ya sea radio, prensa y televisión cable o vía satélite y, la transversal, que es una mezcla de la propiedad de estos medios con agencias publicitarias, de información y de promoción musical, entre otras.

 

Tanto Carbonell como Bastida alertaron sobre la creación de una “información única, que corresponde con el pensamiento único y la cultura única”, lo que muestra la presentación monolítica de la información, la cual se corresponde con las tesis neoliberales que han conseguido la creación del “pluralismo de lo económicamente rentable”.

 

En ese contexto, destacó Miguel Carbonell, doctor en derecho por la Universidad Complutense de Madrid, España, por el elevado costo tecnológico y por el creciente proceso de concentración empresarial, a nivel mundial los principales medios de comunicación son controlados por unos cuantos propietarios en un régimen de carácter oligopólico.

 

En el caso específico de México, explicó, tradicionalmente ha existido una relación estrecha entre el gobierno y los medios de comunicación. El sistema político, agregó, los ha mantenido bajo control con diversas formas, incluida la legislación sobre la materia y, cuando este método empezó a ser insuficiente, se dio a través de dinero y prebendas.

 

A cambio, resaltó, los medios han generado una visión de México como “el país de las delicias” donde nunca pasa nada. Cuando ha sido necesario, “han masacrado a los opositores del sistema, emprendido cruzadas mediáticas contra personas que han visto reducidas a polvo su honra e imagen”. Pero, también, “han silenciado la enorme corrupción que por años ha regido las relaciones de la elite gobernante y los demás grupos de poder en el país.

 

Los poderes Legislativo y Judicial por su parte, subrayó, se han mantenido al margen de esta situación, de modo que hasta hoy no se ha reglamentado el derecho a la información y las tesis jurisprudenciales sobre esta temática son escasas y algunas por lo menos peligrosas.

 

En las últimas fechas, comentó Miguel Carbonell, se ha producido una mayor apertura en la competencia partidista y, con la alternancia en todos los niveles de gobierno, se ha generado una mayor dependencia del sistema político con respecto a los medios de comunicación.

 

Sostuvo que ese cambio implica la creación de un régimen jurídico y de una conciencia cívica que evite llegar a la democracia “de la opinión pública” o a una suerte de “opinión teledirigida”. Este nuevo pluralismo político está creando un ambiente menos favorable a la manipulación de los medios públicos.

 

Asimismo, dijo que debería introducirse en el texto constitucional una disposición que asegure el acceso a los medios para los grupos políticos relevantes. Con ello, se buscaría que la oposición parlamentaria tuviera asegurada la posibilidad de responder a cualquier programa o acción de gobierno.

 

Por otro lado, la investigadora del IIJ, Susana Pedroza de la Llave, al referirse al marco jurídico del canal de televisión del Congreso mexicano señaló que en los países con sistemas parlamentarios, los medios de comunicación son pieza fundamental de la actividad política, al ser órganos de vigilancia y control sobre la acción gubernamental.

 

Destacó que, a pesar de los avances, en México existen vías jurídicas en el ámbito constitucional, sin embargo, hay diversas necesidades en materia de comunicación, principalmente en lo referente a su reglamentación.

 

Por lo anterior, dijo, la Ley Federal de Radio y Televisión no es adecuada para un Estado que pretende ser democrático y de derecho. Por ello, añadió, quizá sea preciso suprimir la dependencia del gobierno y que el nombramiento del presidente del Consejo Nacional de Radio y Televisión lo realice el Congreso.

 

Además, debe ser un órgano autónomo y establecerse nuevamente una comisión bicamaral para el control racional de dicho órgano autónomo.

 

Susana Pedroza consideró que el canal del Congreso es o puede ser una televisión pública en todos los sentidos. “No se trata de programas sin interés, sino que los mismos buscan cumplir la función de informar, educar, entender y contar, en consecuencia, con una gran audiencia”.

 

Lo principal sería, dijo, que el canal del Congreso sea considerado totalmente como el canal de televisión pública, con cobertura nacional.

 

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