Boletin: UNAM-2000/524
Lugar: Ciudad Universitaria
Fecha: Sábado, 02 de Septiembre de 2000
NECESARIO MAYOR RIGOR
CIENTÍFICO EN LAS ENCUESTAS ELECTORALES
El Instituto de
Investigaciones Sociales de la UNAM ya desarrolla un programa de trabajo en
esta materia
Estos mecanismos de análisis
requieren la participación activa de la academia
Es necesario contar con nuevos
marcos referenciales, así como mejor uso y conocimiento de las técnicas para
dar certeza a las encuestas que se realizan en torno a los procesos
electorales, señaló René Millán Valenzuela, director del Instituto de
Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.Ante la nueva realidad de alternancia
política, explicó el investigador universitario, es preciso contar con otro
tipo de instrumentos, ya que los utilizados en las pasadas elecciones probaron
no ser suficientes ante una competencia electoral tan compleja.
Al participar en la mesa
redonda sobre “Encuestas preelectorales, encuestas de salida y conteos rápidos:
diseño, evaluación y uso”, Millán Valenzuela informó que el IIS, a través de la
Unidad de Estudios de Opinión (UDESO), ya desarrolla trabajos para evaluar las
metodologías y los alcances que tienen estos instrumentos de estudio de la
opinión pública.
En el evento participó también
la investigadora del IIS, Yvon Angulo, quien afirmó que el pasado proceso
electoral tuvo características peculiares debido a la premura con que iniciaron
las campañas proselitistas y al intenso uso de las encuestas, utilizadas en
nuestro país a partir de 1988.
La académica dio a conocer que
la UDESO realizó un estudio sobre la forma en que la población evaluaba a los
principales candidatos presidenciales desde su asociación con términos
descriptores preseleccionados como “honesto-deshonesto”, “capaz-incapaz”, “cumplidor-incumplido”.
La información obtenida en este estudio, precisó, fue acorde con el resultado
de la elección para presidente de la República.
Para Yvon Angulo, el debate en
torno a la utilidad y credibilidad de las encuestas no debe basarse tanto en la
efectividad de éstas, ya que muchas de las empresas que difundieron sus
estudios de opinión no acertaron con sus resultados. Lo que hay que rescatar,
añadió, es el cúmulo de información que estos instrumentos permitieron obtener
sobre el electorado.
Manuel Villa, profesor de la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), participó con el análisis
sobre el papel de las encuestas y su difusión en las campañas electorales. Para
el catedrático resultó positivo que a diferencia de hace 20 años, actualmente
no son vistas con escepticismo y desconfianza por parte del sector académico.
Aseguró que fue un error de
los partidos políticos utilizar, en el pasado proceso electoral, los resultados
de los estudios de opinión como armas para sus respectivas campañas, pues ello
provocó una pérdida del valor intrínseco que tienen las encuestas.
De este modo, afirmó, la
discusión de las propuestas de los candidatos pasó a un segundo plano, y se
privilegió la información que les favorecía, se le dio el valor de una verdad
científica, lo que no contribuyó a que los electores asumieran plenamente su
papel como ciudadanos, pues ante la lluvia de encuestas actuaron más bien como
politólogos.
Rafael Giménez, de la empresa
Análisis y Resultados de Comunicación y de Opinión Pública (ARCOP), dio a
conocer en la mesa redonda un estudio comparativo sobre los resultados de las
diferentes empresas que aplicaron este instrumento en la pasada campaña
electoral.
El representante de ARCOP
criticó que se halla privilegiado la lógica de mercado por encima del valor
científico que tienen los estudios de opinión pública en materia de
preferencias electorales.
La información obtenida con
las encuestas y la relativa a las metodologías utilizadas por las distintas
empresas dedicadas a esta actividad, así como sobre el espectro poblacional
encuestado, pueden tener un gran valor científico.
Lamentablemente, indicó,
muchas de estas entidades prefirieron mantener en secreto gran parte de su
información, lo cual no contribuye a un desarrollo positivo del uso de este
tipo de estudios. Agregó que sería conveniente que las universidades se
involucraran más en estos procesos, para hacer una evaluación de los mecanismos
utilizados por las empresas encuestadoras.
Rafael Giménez explicó también
que en el pasado proceso electoral se registró la mayor investigación de
opinión pública, lo cual arrojó datos importantes sobre el diseño de
cuestionarios, los efectos en los resultados cuando la gente asocia a una
empresa con el partido político que la contrata, y la necesidad de hacer más
precisos los criterios de evaluación para calificar a las empresas, de manera
tal que la población sepa el valor real de los resultados que se publican.
En su oportunidad Raúl Rueda,
miembro del Comité Técnico del IFE, destacó que el Programa de Resultados
Electorales Preliminares (PREP) tiene dos problemas: la lentitud con la que
llegan los resultados y que a pesar de que en cierto momento puede tener un
porcentaje razonable de información ello no significa que esa sea la tendencia
o el resultado final de la elección, porque hay sesgos importantes en cómo
llega la información.
Comentó que a pesar de que en
los últimos procesos electorales la desconfianza sobre éstos tiende a
desaparecer, en la reciente elección el IFE decidió formar un comité técnico
para asesorarlo en un conteo rápido.
Este comité fue creado
precisamente por las encuestas que planteaban una situación muy competida entre
las dos primeras fuerzas políticas contendientes. Por Ello, se optó por
contratar tres empresas para realizar conteos rápidos independientes entre sí:
Alducin, Berumen y Gallup.
Por su parte Roy Campos,
director general de Consulta Mitowsky, reconoció que en el proceso del 2 de
julio hubo un ambiente de desconfianza, entre otras razones, porque cada vez
que aparecía una encuesta de un partido político con tendencias a su favor, de
inmediato el otro publicaba una diferente con resultados que le favorecían; así
como por la incertidumbre de los resultados.
Comentó que entre las empresas
que hicieron encuestas hubo diferencias en los porcentajes obtenidos por los
candidatos debido a errores de diseño estadístico (eliminación de zonas en el
marco muestral, por ejemplo), fecha de levantamiento, posición de la pregunta
electoral en el cuestionario, así como redacción de la misma y selección de
informantes, entre otras.
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