Boletin: UNAM-2000/481 Lugar: Ciudad Universitaria
Fecha: Martes, 22 de Agosto de 2000
RIESGOSO, HACER UNA LECTURA PARCIAL DE LA OBRA DE NIETZSCHE

· Falso que sea antecesor del nacionalsocialismo alemán, asegura Lizbeth Sagols



· Es posible encontrar en la obra del filósofo alemán una ética de amor a la vida
Sólo una lectura parcial de la obra de Friedrich Nietzsche, que soslaye sus aspectos positivos, podría considerarse riesgosa y dar lugar a malas
interpretaciones, como aquella que consideró al filósofo alemán antecesor del nazismo, afirmó Lizbeth Sagols, catedrática de la Facultad de Filosofía
y Letras (FFyL) de la UNAM.

La académica expuso que, unido al nihilismo y a la visión tiránica de sometimiento a los débiles que sugiere Nietzsche a lo largo de su obra, es
posible encontrar también en ésta una profunda vocación de acercamiento hacia los otros y de superación de la humanidad.

Nietzsche proponía a la política como una actividad de constante creación cultural que llevara a la aparición del superhombre, el individuo que a
través de su creatividad y capacidad redentora de su sufrimiento, fuera ingobernable.

Este superhombre crearía, sostuvo Sagols, una raza concentrada en sí misma, pero no opresora como han querido ver las interpretaciones
totalitarias de la filosofía nietzscheana. Sería una raza generosa, plena de sí misma y, al mismo tiempo, altruísta.

Durante la conferencia “La gran política y el don a la humanidad”, con que la FFyL inauguró el coloquio Cien años sin Nietzsche, para conmemorar la
desaparición del filósofo alemán, Lizbeth Sagols se refirió a las agudas críticas de éste a la democracia.

La igualdad de derechos, afirmó, hace mediocres a los individuos según Nietzsche; por el contrario, lo que los enaltece es la lucha por la conquista
de esos derechos y su superación personal, que es además un impulso natural del hombre.

Desde una perspectiva más cultural que estatal él proponía, añadió, un imperio europeo, capaz de finalizar con la división en múltiples pequeños
estados y de trazarse propósitos de alcances milenarios, aun cuando ello implicara guerras y esclavización.

Nietzsche, señaló Lizbeth Sagols, dista mucho de ser el ideólogo del fenómeno nacionalsocialista alemán. Para este filósofo, agregó, el antisemitismo
era una actitud de debilidad hacia un pueblo con una gran espiritualidad. Pero a pesar de ello, su idea de dominar a los débiles aparece
prácticamente en toda su obra.

El problema, continuó, consiste en conciliar esa visión un tanto tiránica con la profunda vocación hacia la universalidad que también caracteriza su
pensamiento.

Para el filósofo alemán, el individuo permanece en un estado de soledad pues existe una barrera infranqueable entre los hombres, de allí, dijo, la
permanente necesidad de encontrar un interlocutor y de establecer la comunicación con los demás, como se percibe en una de sus obras más
conocidas: Así habló Zaratustra.

Lizbeth Sagols manifestó que tal vez es posible encontrar la unidad básica del pensamiento nietzscheano - a primera vista dividido entre la voluntad
de dominio y la necesidad de acercamiento con los otros -, en una ética basada en el amor a la vida.

Para el pensador prusiano, gran parte de cuya vida transcurrió en la enfermedad, el padecimiento era un estímulo para vivir a plenitud. Esto sugiere
también la idea de la aceptación de los enfermos, contrario a lo que podría interpretarse según su rechazo a los débiles.

Lo apolíneo y lo dionisíaco en el arte.

En la mesa redonda “Dionisos y la tragedia”, en la que participaron los catedráticos Paulina Rivero, Bolívar Echeverría, María Antonia González y
Elsa Cross, se abordó la concepción nietzscheana sobre el arte, contenida en su obra El origen de la tragedia, en donde expone la división
fundamental entre dos principios: el apolíneo, principio de orden del cual nace el racionalismo, y el dionisíaco, principio vital del cual nace la tragedia.


Según Paulina Rivero, también profesora de la FFyL, para Nietzsche la razón no es la única fuente de donde brota el conocimiento, pues junto a ésta
existe la intuición, el instinto, en suma, lo que constituye la sensibilidad artística.

De ahí nacen, apuntó, sus críticas al racionalismo que nació con Sócrates, y a las obras de Eurípides, quien eliminó los personajes trágicos y colocó
al hombre cotidiano como protagonista del arte pero desde el punto de vista de la razón pura.

Bolívar Echeverría señaló por su parte que el discurso filosófico de Nietzsche no pretendía desmitificar el pensamiento occidental sino remitificarlo.
No criticaba, añadió, la verdad revelada, sino la forma en que se había dado esta revelación, de allí el interés de Nietzsche en calificarse a sí mismo
como profeta.

Para este autor, sostuvo Echeverría, no era correcto hablar de la vida desde afuera, como lo hacían la mayoría de los filósofos, sino desde adentro
mismo, para tratar de conciliar los dos principios: el apolíneo y el dionisíaco, que no implican una dualidad, pues ambos principios son tales sólo en
cuanto pueden unificarse en el hombre.

Elsa Cross refirió que en El origen de la tragedia, Nietzsche no pretendió presentar una obra de carácter académico. Nietzsche, afirmó la catedrática,
rebasó límites metodológicos pues sus argumentos partían más bien de experiencia vital directa. Por esta razón la estructura teórica de su obra era
débil y fue objeto de severas críticas.

En la primera jornada del coloquio cien años sin Nietzsche participaron también Pedro José Reyes, Greta Rivara y Josú Landa, quien a nombre del
director de la FFyL, Gonzalo Celorio, hizo la declaratoria inaugural.
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