Boletin: UNAM-2000/478 Lugar: Ciudad Universitaria
Fecha: Lunes, 21 de Agosto de 2000
AUMENTO DRÁSTICO EN EL PRECIO DEL PETRÓLEO EN LOS PRÓXIMOS AÑOS

· Así lo pronosticó Douglas B. Reynolds, de la Universidad de Alaska Fairbanks, al hablar en la Facultad de Economía



· Dijo que al Estado mexicano le conviene conservar para sí la extracción del hidrocarburo, para beneficiarse con el aumento



· La política de fusiones entre empresas petroleras de Alaska pueden llevar a prácticas monopólicas
A pesar de que en los próximos dos años el precio del petróleo se situará por debajo de los 20 dólares por barril, se espera un aumento drástico que
alcanzaría cantidades superiores a los 50 dólares, aseguró Douglas B. Reynolds, especialista del Departamento de Economía de la Universidad de
Alaska Fairbanks, Estados Unidos.

El energético incrementará su precio en los próximos cinco o diez años, lo que le dará un enorme poder a la Organización de Países Exportadores de
Petróleo (OPEP), explicó el académico norteamericano quien fue invitado por la Facultad de Economía (FE) para impartir el seminario Cuestiones
Energéticas Internacionales.

Dijo no estar de acuerdo con la información que se maneja en los Estados Unidos respecto a la suficiencia de sus reservas. "Llegará un momento en
que la oferta no podrá satisfacer la demanda, y los precios se dispararan".

Esta confianza en la cantidad de reservas por parte de la Unión Americana, apuntó, impide que se tomen las precauciones necesarias para evitar
esta escalada. Se tiene también un exceso de fe en la tecnología existente para encontrar nuevos yacimientos o mejorar la explotación.

Explicó que de acuerdo a la evolución histórica de la industria petrolera, este repentino aumento de los precios tendría un impacto sobre los niveles
de producción de este recurso en un lapso posterior, que sería de tres a cinco años.

Este proceso se ha comprobado a través de los trabajos que en la década de los cincuenta realizó el economista M. King Hubbert, quien demostró la
correlación entre la dinámica de los precios y de la producción en la industria petrolera. Los estudios de este investigador, agregó Reynolds,
permitieron predecir el aumento en la producción de este recurso en los Estados Unidos al inicio de la década de los setenta.

En este sentido, el ponente indicó que para México sería conveniente mantener el carácter público de la industria petrolera, pues el incremento en los
precios le permitiría al país obtener mayores recursos.

Sin embargo, agregó, sería factible realizar modificaciones, como permitir la participación de la iniciativa privada en las labores de refinación y
distribución de combustibles, tareas que actualmente desarrolla Petróleos Mexicanos (PEMEX).

Para el Estado mexicano, dijo, sería una estrategia inteligente conservar las labores de extracción para beneficiarse del incremento de los precios
internacionales del hidrocarburo que se tendrá en los próximos años.

Douglas Reynolds destacó que este súbito cambio en el mercado petrolero tendrá impactos severos en la economía a nivel mundial, sobre todo en
los Estados Unidos, donde hoy en día se utilizan enormes cantidades del hidrocarburo.

Resaltó que el actual es el momento ideal para intensificar las investigaciones en torno a fuentes alternas de energía y reducir en gran medida el
consumo de combustibles. Sin embargo, precisó, si el proceso se da en forma acelerada, es poco el tiempo para buscar una solución.

En la sesión vespertina de este seminario, el economista se refirió a la fusión de las compañías petroleras de Alaska y los problemas de monopolio
que traerán consigo dichas fusiones.

El problema con el monopolio petrolero es que la compañía de Alaska BP se convirtió en la única propietaria de todo el crudo y, en consecuencia,
México deberá esperar mucho tiempo para obtener gas y petróleo, lo cual no es conveniente para su economía.

“Al tener todo el control sobre la explotación del petróleo, BP puede esperar el tiempo que quiera para desarrollar el gas y a mi país le interesa
hacerlo lo más pronto posible. Ese es uno de los efectos de la fusión de nuestras compañías petroleras”, precisó.

El catedrático de la Universidad de Alaska Fairbanks consideró que con esta fusión, ese país va a tener menos ingresos, exploraciones y, en
consecuencia, una disminución de petróleo en el futuro. Asimismo, habrá un monopolio en el mercado de trabajo y por consiguiente los salarios
serán más bajos.

“Además se deben considerar los impactos ecológicos, porque BP será tan importante que tendrá el poder de reducir varias regulaciones
ambientales y, con ello, podría afectar nuestro medio ambiente”, concluyó.

En el seminario también participó Angel de la Vega Navarro, académico de la FE, quien señaló que no es necesaria la intervención de la iniciativa
privada en todas las áreas de la industria petrolera nacional para impulsarla. Mencionó como ejemplo el caso de la compañía petrolera de Brasil,
PETROBRAS, que es de carácter estatal y una de las más dinámicas.

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