Boletin:       UNAM-2000/450    

Lugar:         Ciudad Universitaria

Fecha:         Sábado, 05 de Agosto de 2000

 

MERCADOS PÚBLICOS EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

 

 

En la actualidad los mercados públicos atienden la demanda de productos alimenticios básicos del 22 por ciento de la población total de la ciudad de México, lo que representa una significativa disminución, ya que desde su creación -entre los años 50 y 60- satisfacían las necesidades del 90 por ciento de los habitantes del Distrito Federal.

 

Esta merma sustancial se debe a la proliferación de grandes cadenas comerciales y de los cerca de mil 650 tianguis y mercados sobre ruedas que acaparan el 19 por ciento de la demanda general de alimentos, además de las casi 212 concentraciones de comerciantes informales que surten al 14 por ciento de los consumidores, afirmó Héctor Castillo Berthier, catedrático e investigador de la UNAM.

 

En la capital del país contamos con aproximadamente 312 mercados públicos, conformados por 69 mil locales comerciales ubicados en un espacio de 600 mil metros cuadrados, que generan empleos directos para más de 70 mil personas y abastecen semanalmente a más de 3 millones de personas.

 

Existen tres tipos de mercados, explicó el catedrático: el tradicional, aquel que expende todo tipo de productos, como frutas, legumbres, abarrotes y granos, de los cuales existen alrededor de 225. El de giro permanente, como los 41 en donde, además, predomina la venta de un sólo tipo de artículos; y los especializados, alrededor de 40, que se dedican a un giro determinado.

 

Esos espacios públicos han perdido su competitividad comercial debido a que los mercaderes operan con métodos tradicionales, como es la compra a baja escala de los alimentos a un mayor precio, lo que los pone en desventaja ante los esquemas mercantiles más efectivos utilizados por los grandes supermercados, que adquieren cosechas completas de determinado producto a bajo costo.

 

El surgimiento de los tianguis y mercados sobre ruedas tuvo como objetivo que el campesino vendiera directamente sus productos a precios bajos, sin la participación de un intermediario -aseguró el investigador- pero esto nunca se llevó a cabo. La caída de los niveles de empleo y la necesidad de satisfacer la demanda de abasto, que los mercados públicos ya no cubrían, ocasionó que este tipo de comercio cobrara fuerza.

 

Los mercados públicos cayeron en un deterioro físico, comercial y normativo, debido a la falta de presupuesto suficiente para sufragar las necesidades de mantenimiento de las instalaciones. Castillo Berthier aseguró que el financiamiento de los mercados representa un alto costo para el gobierno de la ciudad y no genera beneficio real para la ciudadanía, ya que el precio de los productos en ocasiones es igual o superior al de los mercados informales.

 

A los problemas de insalubridad y deterioro se añade el incumplimiento del Reglamento de Mercados Públicos y la concesión irregular de áreas comunes en los mismos. Se ha perdido su objetivo principal, que es el abasto al menudeo de productos básicos, indicó Castillo Berthier. Ahora los locales son utilizados para restaurantes, estéticas, salones de vídeo juegos u otros giros no prioritarios.

 

Los mercados públicos subsisten gracias a las amas de casa que conservan la tradición de ir a esos establecimientos, en donde se genera un ambiente de familiaridad; sin embargo es necesario tomar medidas urgentes para que no desaparezcan, dijo el investigador.

 

La solución –afirmó el sociólogo- es aplicar un programa de remodelación de los inmuebles para mejorar la imagen externa y los problemas de inseguridad e insalubridad. Además, impulsar la creación de más mercados que sean atractivos a la comunidad para que continúen acudiendo a los  mismos.

 

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