Boletin: UNAM-2000/447
Lugar: Ciudad Universitaria
LA INMUNOFARMACOLOGÍA,
ALTERNATIVA PARA MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA DE ENFERMOS DE SIDA
La posibilidad de mejorar las
condiciones de vida de personas infectadas por VIH y de los ancianos, así como
la oportunidad de controlar enfermedades autoinmunes como el lupus o el cáncer,
se ha abierto en el área de la inmunofarmacología con las aportaciones del
doctor Andrés Romero Rojas.
El investigador de la Facultad
de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán de la UNAM, explicó que la
inmunofarmacología estudia los mecanismos mediante los cuales es posible
manipular la respuesta inmune de los individuos para el tratamiento de
enfermedades.
El especialista universitario
ha desarrollado diversas líneas de investigación; la más reciente se basa en el
Estudio de las Propiedades Inmunomoduladoras de los Micoplasmas. Mediante sus
estudios comprobó –en una primera fase– que éstos microorganismos distorsionan
el sistema inmune, lo que les permite sobrevivir en el individuo al escapar del
sistema inmune luego de montar las condiciones para que otros microorganismos ataquen
las mucosas y provocar enfermedades respiratorias.
El tamaño de los micoplasmas
es más pequeño que el de una bacteria común, son capaces de vivir por sí mismos
y de reproducirse en el exterior de células vivas. La purificación de las
moléculas que utiliza este microorganismo para escapar de las defensas del
individuo ayudará a demostrar que los micoplasmas pueden servir como
inmunomoduladores para el tratamiento de algunos padecimientos en los seres
humanos.
El empleo de inmunomoduladores
–sustancias o fármacos de origen vegetal, animal, sintéticos o de
microorganismos– es una alternativa terapéutica para contrarrestar las posibles
deficiencias o reacciones exageradas del sistema inmunológico que podrían dar
paso a enfermedades autoinmunes como lupus, asma, artritis y cáncer, entre
otras.
Romero Rojas, titular del
Laboratorio de Inmunofarmacología explicó que el uso de los inmunomoduladores
en combinación con un antiviral como el AZT para el tratamiento de personas
infectadas por VIH, permitiría recuperar –en cierta medida– las defensas
perdidas. De hecho, dijo, en algunas partes del mundo hay protocolos similares
que se aplican en pacientes con SIDA, cuyos resultados van de regulares a
buenos.
El sida, explicó el
investigador, es una inmunodeficiencia, es decir una baja en las defensas de
los individuos infectados causada por la acción del virus, lo que permite que
otros microorganismos afecten la salud del individuo.
Comentó que para el
tratamiento de personas con ese padecimiento existen tres posibilidades, para
evitar un cierto número de enfermedades. El primero de ellos consiste en atacar
al virus en forma directa a través de antivirales, como el AZT; un segundo
tratamiento son las vacunas, aunque todavía no hay éxito con este método.
La tercera vía se basa en
fortalecer las defensas del individuo, “potencializarlas para que no se dejen
vencer”. Los micoplasmas actúan directamente en la respuesta inmunológica
contra el virus, hacen más eficiente el trabajo de ciertas poblaciones
celulares que se encargan de atacar al agente extraño (virus o bacteria), apuntó
Andrés Romero Rojas.
Con el uso de
inmunomoduladores en personas infectas por VIH “hemos notado que los linfocitos
se elevan a su nivel normal y con ello el sistema inmune se encuentra en
mejores condiciones para cumplir con sus actividades de defensa”. Sin embargo,
precisó el especialista, esto no implica la posibilidad de erradicar esta
enfermedad, porque el virus sigue latente, pero el sistema inmune tiene la
capacidad de crear defensas y alcanzar una mejor calidad de vida.
Comentó que, en colaboración
con su equipo de investigación, estudia también un grupo de moléculas de una
planta con efecto inmunomodulador. El extracto de dicha planta, explicó, está
en periodo de pruebas y se han obtenido buenos resultados en mujeres con
papiloma, precursor del cáncer cervico
uterino.
Se trata de un vegetal de
origen mexicano, que crece en el norte del país en las zonas naturales
montañosas, que se encuentra en proceso de caracterización. “Pese a que hemos
identificado algunos polisacaridos, aún estamos en proceso de purificación.
Todavía no sabemos cuál es la fracción activa de ésta; sin embargo, los
resultados han sido positivos”.
El virus de papiloma causa
lesiones llamadas papilomas (verrugas genitales), cuya evolución puede causar
cáncer cervico uterino. “Con el suministro de esta sustancia vegetal tratamos
de descartar que sólo tenga efectos antivirales, es decir que ataque
directamente al virus sin regular la respuesta inmune de las pacientes”.
En el hospital Manuel Gea
González ya aceptaron el protocolo y se aplica –vía oral– el tratamiento.
“Hemos concluido que esta planta podría ser útil para disminuir la prevalencia
del cáncer y con ello se evita un mayor número de muertes en mujeres
mexicanas”.
Dijo que para obtener el
medicamento se hace un extracto de la planta para luego fabricar cápsulas las
cuales se dosifican diariamente a las pacientes. De llegar a la purificación de
las moléculas, y no sólo quedarnos con el extracto, además de caracterizar su
actividad para una producción masiva de fármacos, estaríamos en la posibilidad
de contrarrestar los padecimientos inmunológicos de una mejor manera.
Por otra parte, comentó que
también están empezando a diseñar un protocolo para enfermos de SIDA, a partir
de la misma planta, que permitirá tratar a pacientes de ese mismo centro
hospitalario.
Al referirse a la aplicación
de los inmunomoduladores en personas de la tercera edad para elevar su sistema
inmunológico y con ello su esperanza de vida, el investigador universitario
explicó que los adultos mayores tienden a manifestar una baja o distorsión en
sus defensas, por lo que son más susceptibles a padecer enfermedades como el
cáncer, artritis y problemas respiratorios. La idea es que a partir del
suministro de inmunomoduladores, las personas de la tercera edad tengan una
vejez tranquila y sana.
Optimista, dijo que en el caso
de infecciones estos productos permitirían disminuir la dosificación de
antibióticos, ya que los medicamentos en proceso (moléculas de micoplasmas y el
vegetal en proceso de caracterización) hacen que los individuos desarrollen
defensas y eleven la respuesta inmune, “obviamente, agregó, habrá mejores
resultados si se ataca por ambos lados: el antibiótico combinado con un
inmunomodulador”.
“La inmunofarmacología es una
área que se impulsan en México, en conjunto junto con los doctores Sergio
Estrada Parra, de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN; John W.
Hadden de la Universidad del Sur de Florida, así como con la Escuela de
Farmacia de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Se trata de un
ámbito naciente que poco a poco está captando el interés de otros
investigadores”, indicó Romero Rojas.
Finalmente, destacó que el uso
de inmunomoduladores es una alternativa viable con la que tendríamos la
posibilidad de evitar un número considerable de muertes prematuras, causadas
por enfermedades por desordenes inmunológicos, tanto en niños como en adultos.
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