Boletin:       UNAM-2000/447    

Lugar:         Ciudad Universitaria

Fecha:         Jueves, 03 de Agosto de 2000

 

LA INMUNOFARMACOLOGÍA, ALTERNATIVA PARA MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA DE ENFERMOS DE SIDA

 

La posibilidad de mejorar las condiciones de vida de personas infectadas por VIH y de los ancianos, así como la oportunidad de controlar enfermedades autoinmunes como el lupus o el cáncer, se ha abierto en el área de la inmunofarmacología con las aportaciones del doctor Andrés Romero Rojas.

 

El investigador de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán de la UNAM, explicó que la inmunofarmacología estudia los mecanismos mediante los cuales es posible manipular la respuesta inmune de los individuos para el tratamiento de enfermedades.

 

El especialista universitario ha desarrollado diversas líneas de investigación; la más reciente se basa en el Estudio de las Propiedades Inmunomoduladoras de los Micoplasmas. Mediante sus estudios comprobó –en una primera fase– que éstos microorganismos distorsionan el sistema inmune, lo que les permite sobrevivir en el individuo al escapar del sistema inmune luego de montar las condiciones para que otros microorganismos ataquen las mucosas y provocar enfermedades respiratorias.

 

El tamaño de los micoplasmas es más pequeño que el de una bacteria común, son capaces de vivir por sí mismos y de reproducirse en el exterior de células vivas. La purificación de las moléculas que utiliza este microorganismo para escapar de las defensas del individuo ayudará a demostrar que los micoplasmas pueden servir como inmunomoduladores para el tratamiento de algunos padecimientos en los seres humanos.

 

El empleo de inmunomoduladores –sustancias o fármacos de origen vegetal, animal, sintéticos o de microorganismos– es una alternativa terapéutica para contrarrestar las posibles deficiencias o reacciones exageradas del sistema inmunológico que podrían dar paso a enfermedades autoinmunes como lupus, asma, artritis y cáncer, entre otras.

 

Romero Rojas, titular del Laboratorio de Inmunofarmacología explicó que el uso de los inmunomoduladores en combinación con un antiviral como el AZT para el tratamiento de personas infectadas por VIH, permitiría recuperar –en cierta medida– las defensas perdidas. De hecho, dijo, en algunas partes del mundo hay protocolos similares que se aplican en pacientes con SIDA, cuyos resultados van de regulares a buenos.

 

El sida, explicó el investigador, es una inmunodeficiencia, es decir una baja en las defensas de los individuos infectados causada por la acción del virus, lo que permite que otros microorganismos afecten la salud del individuo.

 

Comentó que para el tratamiento de personas con ese padecimiento existen tres posibilidades, para evitar un cierto número de enfermedades. El primero de ellos consiste en atacar al virus en forma directa a través de antivirales, como el AZT; un segundo tratamiento son las vacunas, aunque todavía no hay éxito con este método.

 

La tercera vía se basa en fortalecer las defensas del individuo, “potencializarlas para que no se dejen vencer”. Los micoplasmas actúan directamente en la respuesta inmunológica contra el virus, hacen más eficiente el trabajo de ciertas poblaciones celulares que se encargan de atacar al agente extraño (virus o bacteria), apuntó Andrés Romero Rojas.

 

Con el uso de inmunomoduladores en personas infectas por VIH “hemos notado que los linfocitos se elevan a su nivel normal y con ello el sistema inmune se encuentra en mejores condiciones para cumplir con sus actividades de defensa”. Sin embargo, precisó el especialista, esto no implica la posibilidad de erradicar esta enfermedad, porque el virus sigue latente, pero el sistema inmune tiene la capacidad de crear defensas y alcanzar una mejor calidad de vida.

 

Comentó que, en colaboración con su equipo de investigación, estudia también un grupo de moléculas de una planta con efecto inmunomodulador. El extracto de dicha planta, explicó, está en periodo de pruebas y se han obtenido buenos resultados en mujeres con papiloma, precursor del cáncer  cervico uterino.

 

Se trata de un vegetal de origen mexicano, que crece en el norte del país en las zonas naturales montañosas, que se encuentra en proceso de caracterización. “Pese a que hemos identificado algunos polisacaridos, aún estamos en proceso de purificación. Todavía no sabemos cuál es la fracción activa de ésta; sin embargo, los resultados han sido positivos”.

 

El virus de papiloma causa lesiones llamadas papilomas (verrugas genitales), cuya evolución puede causar cáncer cervico uterino. “Con el suministro de esta sustancia vegetal tratamos de descartar que sólo tenga efectos antivirales, es decir que ataque directamente al virus sin regular la respuesta inmune de las pacientes”.

 

En el hospital Manuel Gea González ya aceptaron el protocolo y se aplica –vía oral– el tratamiento. “Hemos concluido que esta planta podría ser útil para disminuir la prevalencia del cáncer y con ello se evita un mayor número de muertes en mujeres mexicanas”.

 

Dijo que para obtener el medicamento se hace un extracto de la planta para luego fabricar cápsulas las cuales se dosifican diariamente a las pacientes. De llegar a la purificación de las moléculas, y no sólo quedarnos con el extracto, además de caracterizar su actividad para una producción masiva de fármacos, estaríamos en la posibilidad de contrarrestar los padecimientos inmunológicos de una mejor manera.

 

Por otra parte, comentó que también están empezando a diseñar un protocolo para enfermos de SIDA, a partir de la misma planta, que permitirá tratar a pacientes de ese mismo centro hospitalario.

 

Al referirse a la aplicación de los inmunomoduladores en personas de la tercera edad para elevar su sistema inmunológico y con ello su esperanza de vida, el investigador universitario explicó que los adultos mayores tienden a manifestar una baja o distorsión en sus defensas, por lo que son más susceptibles a padecer enfermedades como el cáncer, artritis y problemas respiratorios. La idea es que a partir del suministro de inmunomoduladores, las personas de la tercera edad tengan una vejez tranquila y sana.

 

Optimista, dijo que en el caso de infecciones estos productos permitirían disminuir la dosificación de antibióticos, ya que los medicamentos en proceso (moléculas de micoplasmas y el vegetal en proceso de caracterización) hacen que los individuos desarrollen defensas y eleven la respuesta inmune, “obviamente, agregó, habrá mejores resultados si se ataca por ambos lados: el antibiótico combinado con un inmunomodulador”.

 

“La inmunofarmacología es una área que se impulsan en México, en conjunto junto con los doctores Sergio Estrada Parra, de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN; John W. Hadden de la Universidad del Sur de Florida, así como con la Escuela de Farmacia de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Se trata de un ámbito naciente que poco a poco está captando el interés de otros investigadores”, indicó Romero Rojas.

 

Finalmente, destacó que el uso de inmunomoduladores es una alternativa viable con la que tendríamos la posibilidad de evitar un número considerable de muertes prematuras, causadas por enfermedades por desordenes inmunológicos, tanto en niños como en adultos.

 

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