Boletin:       UNAM-2000/423-2  

Lugar:         Ciudad Universitaria

Fecha:         Viernes, 21 de Julio de 2000

 

CONSIDERAR ASPECTOS SOCIALES AL APLICAR LA INFORMACIÓN GENÉTICA HUMANA RECOMIENDA SOBERÓN

 

 

El conocimiento en sí no es bueno ni malo, lo que puede ser perverso es su aplicación y esos son riesgos que corre la sociedad y sobre los cuales es preciso reflexionar, afirmó hoy Guillermo Soberón Acevedo, investigador de la Universidad Nacional, al hablar sobre el proyecto genoma humano.

 

En una conferencia sobre los aspectos éticos y legales del conocimiento del mapa genético humano, Soberón Acevedo señaló que el uso de los adelantos en esta materia tienen grandes implicaciones morales, jurídicas y sociales.

 

Por este motivo, explicó, a la par de las investigaciones del proyecto, se discute ampliamente la problemática que en este sentido plantea esta revolución científica.

 

Durante su participación en la mesa redonda realizada en el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, Guillermo Soberón describió el proceso de la investigación, en la que se conoce el 85 por ciento de la secuencia genética, lo que significa enormes adelantos para la medicina.

 

Tan sólo el 0.1 por ciento de todo el genoma, añadió, varía de persona a persona, y es el que determina las diferentes características físicas y funcionales de cada individuo. Esto permite a los científicos desarrollar una genómica funcional y una comparativa para establecer las diferencias orgánicas de las personas.

 

De los 23 pares de cromosomas, agregó, cinco ya han sido secuenciados y se encuentran vinculados a una cantidad de entre 15 y 20 mil genes que se asocian a enfermedades como la hipertensión arterial, la arteriosclerosis, las enfermedades renales y diabetes, entre otras. Este conocimiento, apuntó el investigador, posibilita a la medicina moderna asumir una dinámica más predictiva y preventiva.

 

Dijo que también se podrá establecer un diagnóstico automatizado de las llamadas enfermedades monogénicas, que son las asociadas con un solo gen, y al mismo tiempo determinar, y en consecuencia reducir, los factores de riesgo para personas con tendencias genéticamente determinadas hacia ciertas enfermedades.

 

En la conferencia participó Juliana González, catedrática de la Facultad de Filosofía y Letras, quien se refirió a los aspectos éticos del manejo de la información genética. En este campo, manifestó, se plantea el difícil problema de las relaciones entre la moral y la ciencia.

 

La cuestión se suscita al preguntarse si la ética puede limitar el desarrollo del conocimiento científico y hasta qué punto éste es verdaderamente neutral. Esto se manifiesta fundamentalmente en las prácticas científicas y tecnológicas, que son ética y jurídicamente ambivalentes.

 

La académica explicó que no debe lucrarse con el conocimiento del genoma humano, sino que éste debe ser considerado patrimonio universal y respetarse, al mismo tiempo, el carácter único de cada individuo, esto es, su derecho a la privacidad con respecto al uso que se pueda dar a esa información.

 

Asimismo, concluyó, esto no debe dar lugar a ningún tipo de discriminación, pues es necesario resguardar el derecho que tienen las personas a la diversidad en todos los sentidos.

 

Marcia Muñoz de Alba, investigadora del IIJ, habló sobre los desafíos que se plantean al derecho con el conocimiento del genoma humano.

 

La investigadora afirmó que el descubrimiento de que el 99.9 por ciento de la conformación genética de las personas es exactamente idéntico, ratifica lo establecido en las declaraciones sobre derechos humanos en torno a la igualdad de los individuos.

 

Añadió que las complejidades que se plantean para establecer una regulación jurídica del manejo de la información genética, se refieren a la posibilidad de que las consideraciones biológicas adquieran primacía sobre las culturales, de manera tal que la interacción social se determine por aquéllas.

 

El proyecto del genoma humano, apuntó Muñoz de Alba, tendrá un impacto sobre todas las ramas del derecho, tanto público como privado, a grado tal que ya se habla de un bioderecho o derecho genómico, referido al uso de la información genética.

 

La académica señaló que debe partirse del principio básico del derecho humano a la privacidad para legislar sobre el manejo de esa información. Esta tarea, afirmó, ya se está desarrollando en el IIJ con la participación del Núcleo de Estudios Interdisciplinarios en Salud y Derecho.

 

Marcia Muñoz sugirió la necesidad de establecer, como ya lo han hecho otros países de Europa y América, un organismo institucional e interdisciplinario que asesore y diseñe el marco jurídico aplicable al desarrollo de la tecnología genética.

 

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