Boletin: UNAM-2000/423-2
Lugar: Ciudad
Universitaria
CONSIDERAR ASPECTOS SOCIALES AL APLICAR LA INFORMACIÓN
GENÉTICA HUMANA RECOMIENDA SOBERÓN
El conocimiento en sí no es bueno ni malo, lo que puede ser
perverso es su aplicación y esos son riesgos que corre la sociedad y sobre los
cuales es preciso reflexionar, afirmó hoy Guillermo Soberón Acevedo,
investigador de la Universidad Nacional, al hablar sobre el proyecto genoma
humano.
En una conferencia sobre los aspectos éticos y legales del
conocimiento del mapa genético humano, Soberón Acevedo señaló que el uso de los
adelantos en esta materia tienen grandes implicaciones morales, jurídicas y
sociales.
Por este motivo, explicó, a la par de las investigaciones
del proyecto, se discute ampliamente la problemática que en este sentido
plantea esta revolución científica.
Durante su participación en la mesa redonda realizada en el
Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, Guillermo Soberón
describió el proceso de la investigación, en la que se conoce el 85 por ciento
de la secuencia genética, lo que significa enormes adelantos para la medicina.
Tan sólo el 0.1 por ciento de todo el genoma, añadió, varía
de persona a persona, y es el que determina las diferentes características
físicas y funcionales de cada individuo. Esto permite a los científicos
desarrollar una genómica funcional y una comparativa para establecer las
diferencias orgánicas de las personas.
De los 23 pares de cromosomas, agregó, cinco ya han sido
secuenciados y se encuentran vinculados a una cantidad de entre 15 y 20 mil
genes que se asocian a enfermedades como la hipertensión arterial, la
arteriosclerosis, las enfermedades renales y diabetes, entre otras. Este conocimiento,
apuntó el investigador, posibilita a la medicina moderna asumir una dinámica
más predictiva y preventiva.
Dijo que también se podrá establecer un diagnóstico
automatizado de las llamadas enfermedades monogénicas, que son las asociadas
con un solo gen, y al mismo tiempo determinar, y en consecuencia reducir, los
factores de riesgo para personas con tendencias genéticamente determinadas hacia
ciertas enfermedades.
En la conferencia participó Juliana González, catedrática
de la Facultad de Filosofía y Letras, quien se refirió a los aspectos éticos del
manejo de la información genética. En este campo, manifestó, se plantea el
difícil problema de las relaciones entre la moral y la ciencia.
La cuestión se suscita al preguntarse si la ética puede
limitar el desarrollo del conocimiento científico y hasta qué punto éste es
verdaderamente neutral. Esto se manifiesta fundamentalmente en las prácticas
científicas y tecnológicas, que son ética y jurídicamente ambivalentes.
La académica explicó que no debe lucrarse con el
conocimiento del genoma humano, sino que éste debe ser considerado patrimonio
universal y respetarse, al mismo tiempo, el carácter único de cada individuo,
esto es, su derecho a la privacidad con respecto al uso que se pueda dar a esa información.
Asimismo, concluyó, esto no debe dar lugar a ningún tipo de
discriminación, pues es necesario resguardar el derecho que tienen las personas
a la diversidad en todos los sentidos.
Marcia Muñoz de Alba, investigadora del IIJ, habló sobre
los desafíos que se plantean al derecho con el conocimiento del genoma humano.
La investigadora afirmó que el descubrimiento de que el
99.9 por ciento de la conformación genética de las personas es exactamente
idéntico, ratifica lo establecido en las declaraciones sobre derechos humanos
en torno a la igualdad de los individuos.
Añadió que las complejidades que se plantean para
establecer una regulación jurídica del manejo de la información genética, se
refieren a la posibilidad de que las consideraciones biológicas adquieran
primacía sobre las culturales, de manera tal que la interacción social se
determine por aquéllas.
El proyecto del genoma humano, apuntó Muñoz de Alba, tendrá
un impacto sobre todas las ramas del derecho, tanto público como privado, a
grado tal que ya se habla de un bioderecho o derecho genómico, referido al uso
de la información genética.
La académica señaló que debe partirse del principio básico
del derecho humano a la privacidad para legislar sobre el manejo de esa
información. Esta tarea, afirmó, ya se está desarrollando en el IIJ con la
participación del Núcleo de Estudios Interdisciplinarios en Salud y Derecho.
Marcia Muñoz sugirió la necesidad de establecer, como ya lo
han hecho otros países de Europa y América, un organismo institucional e interdisciplinario
que asesore y diseñe el marco jurídico aplicable al desarrollo de la tecnología
genética.
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