Boletin: UNAM-2000/411
Lugar: Ciudad
Universitaria
Fecha: Lunes,
17 de Julio de 2000
LA REFORMA UNIVERSITARIA, ESPACIO PARA LA REFEXIÓN Y EL
CAMBIO, SUSANA GARCÍA
De cara a la reforma universitaria sería conveniente
iniciar un proceso de sistematización y análisis de las experiencias de trabajo
en cada sector de la Universidad Nacional, con el propósito de dar paso a una
etapa de diagnóstico y sensibilización, propuso Susana García Salord, del
Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IMAS).
Además, puntualizó la investigadora del IMAS, es necesario
abrir un proceso de reflexión particular acerca de la concepción de carrera
académica, posible y necesaria en una universidad pública, adecuada al momento
histórico y, en consecuencia, renovar los estatutos y reglamentos donde queden
plasmadas las estrategias de reclutamiento y promoción permanente de este
personal.
Asimismo, destacó la importancia de iniciar un proceso de
regularización de las trayectorias académicas universitarias con el objeto de
capitalizar todas las inversiones
realizadas por la institución; así como de optimizar de este modo el tiempo,
energía e interés de los académicos. “Esto significa que cada cual haga lo que
sepa hacer mejor y lo que más le guste, articulando el interés particular de la
Universidad, la libertad académica, los intereses y necesidades específicas del
área de conocimiento y la reglamentación laboral”.
En el primer día de trabajo de la segunda semana de
actividades del Encuentro de Especialistas en Educación Superior, la doctora
García luego afirmó que en la última década, las diferencias entre profesores
universitarios se han convertido en desigualdades y las discrepancias en ilegitimidades.
Este proceso, indicó, lo único que ha generado es un
agregado de personal, considerado como una mayoría silenciosa, cuya forma de
participación institucional es sólo ser el encargado de transmitir conocimientos.
En este sentido, propuso el establecimiento de líneas de
intervención específicas en cada esfera involucrada en el desarrollo de las
funciones institucionales de los académicos. “Se trata de líneas de
intervención que nos permitan transitar en la resolución de nuestros problemas
específicos y particulares”.
Por ello, se manifestó a favor de una reforma universitaria
que privilegie el largo plazo y la paciencia, “entendida como un proceso y no
como una herencia; es necesario superar la identificación entre reforma y
congreso, para abrir paso a una etapa de diagnóstico y sensibilización que no puede
depositarse en la realización de foros y de campañas publicitarias”.
Así, precisó, debemos pasar por la sistematización y
análisis de las experiencias de trabajo de cada sector institucional, mediante
un proceso ágil e incorporado a la dinámica del trabajo cotidiano.
Para ello, abundó, se debe crear una base de datos que
permita identificar los grupos de rezago estatutario por dependencia,
nombramiento, categoría, nivel y antigüedad, “esto con el propósito de
localizar la naturaleza del rezago, las irregularidades administrativas y las
dificultades para obtener una promoción.
“Se trata de establecer estrategias de desarrollo
particulares que permitan recuperar el sentido de pertenencia a la institución,
la calidad de vida y autoestima de cada académico”, señaló.
En su oportunidad, Manuel Gil Antón, profesor de la
Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), plantel Azcapotzalco, se manifestó
por la realización de un censo nacional de académicos a fin de determinar con
mayor exactitud cuál es su situación actual y cómo se acercaron a la práctica
docente e instituciones.
Consideró que la expansión de los servicios educativos del
nivel superior ha sido superior al crecimiento de los espacios laborales
académicos. En este sentido, explicó, de cada diez plazas creadas para este
sector, seis son producidas por instituciones privadas y sólo cuatro por
universidades públicas.
Afirmó que aunque estos datos son imprecisos, constituyen
los únicos con los cuales cuentan los especialistas para comprender la dinámica
del espacio laboral académico en la licenciatura mexicana.
Por ello, insistió en ordenar la información disponible a
través de un censo que permita distinguir el crecimiento de los puestos
académicos por sector, tipo
institucional, áreas de conocimiento y estado de la federación.
Finalmente, Eduardo Ibarra, profesor de la UAM, plantel
Iztapalapa, hizo énfasis en la necesidad de transitar hacia un modelo distinto
que otorgue mayor estabilidad laboral y certidumbre salarial, que tienda a
valorar el impacto y la calidad sustantiva del trabajo de los docentes
universitarios.
Puntualizó que se trataría de un programa académico-laboral
alternativo que parta de la necesidad urgente de restituir las condiciones de independencia
del trabajo académico. “Se debe preservar la libertad de cátedra e
investigación para que la universidad siga funcionando como institución de la
sociedad y como contrapeso del Estado”.
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