Boletin: UNAM-2000/366
Lugar: Ciudad
Universitaria
Fecha: Sábado,
01 de Julio de 2000
EL 46 POR CIENTO DE LOS MENORES DE 5 AÑOS SUFREN DESNUTRICIÓN
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· La mayoría de los infantes con desnutrición viven
en zonas rurales y pertenecen a familias de escasos recursos económicos
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·
La causa principal es la inequidad en la distribución de los ingresos
El 46 por ciento de los menores de cinco años de edad
padecen algún grado de desnutrición, que va de moderada a severa, a
consecuencia de los reducidos ingresos familiares, que se reflejan en la falta
de una dieta base que incluya todos los elementos alimenticios, así como de los
insuficientes programas de apoyo a los sectores más desprotegidos de la
población, informó Héctor Bourges Rodríguez, investigador de la UNAM.
El catedrático señaló que el 30 por ciento de los infantes
menores de 5 años con desnutrición viven en zonas rurales, mientras el 16 por
ciento reside en los perímetros urbanos. Así, los estados donde se concentra
este problema en mayor medida, con más del 40 por ciento de los casos, son Chiapas,
Oaxaca, Guerrero, Yucatán y Puebla.
Bourges Rodríguez indicó que las cifras más recientes están
en la Cuarta Encuesta Nacional de Alimentación y Nutrición en el Medio Rural
1996, que utiliza los parámetros de medición de desnutrición de peso para la
edad del infante.
Esta encuesta detalla que a nivel nacional la prevalencia
de niños con desnutrición o que alguna vez la padecieron, es de 46.4 por
ciento: 36.1 por ciento en primer
grado, 9.0 por ciento en segundo y 1.3 por ciento en tercero.
Héctor Bourges aseguró que comparado con el tamaño de la
economía y el desarrollo que el país ha logrado en otros ámbitos, el porcentaje
de desnutrición es muy alto. Dijo que la principal causa es la inequidad en la
distribución de los ingresos, es decir, la pobreza.
En cuanto a la dieta, el especialista explicó que en el
país no existe una que contenga los elementos nutricionales necesarios, pues la
alimentación en cada zona está influenciada por sus costumbres y cultura, así
como por el nivel socioeconómico.
El consumo de tortillas y frijoles, aclaró, no causa
desnutrición por ser productos tradicionales de las culturas mesoamericanas que
han alcanzado un equilibrio eficiente que permite la sobrevivencia, además de
su bajo costo. Pero no es suficiente, se debe complementar la alimentación con verduras
y frutas.
Aunque resulta difícil calcular el índice de mortandad
ocasionado por la desnutrición en los menores de cinco años, el investigador
afirmó que en el medio rural este padecimiento influye en forma notable para
que los niños sufran de infecciones digestivas, las cuales junto con las
respiratorias son las principales causas de muerte.
“Para estar vivo –comentó- se necesita comer bien y cuando
esto no ocurre el organismo y sus defensas resultan afectados, por lo que son
más frecuentes las infecciones. En el aparato digestivo las enzimas disminuyen,
al igual que la capacidad de absorción intestinal y el aparato cardiovascular
se debilita”.
Explicó también que en los menores de edad se ve mermada la
fuerza muscular y la capacidad física, además de que la coordinación de los
sentidos se altera y el desarrollo intelectual disminuye.
El catedrático universitario expuso que existe una
preocupación real por parte del gobierno sobre el problema de la desnutrición. Sin
embargo y a pesar de los intentos globales, hay muchas dificultades para
canalizar estos esfuerzos. Ejemplificó con el caso del programa PROGRESA, que
tiene premisas fundamentales correctas pero con un nacimiento tardío, al final
del sexenio.
Bourges Rodríguez, manifestó la necesidad de que los
programas alimentarios tengan continuidad, a través de políticas de estado y no
de gobierno.
Resaltó que es necesario poner en práctica programas
preventivos y de apoyo a los niños enfermos de desnutrición, así como
equilibrar la distribución del ingreso para que las familias tengan la
capacidad económica que les permita cubrir los requerimientos alimenticios.
Asimismo, se requiere orientar a la población sobre el uso
eficiente del gasto para integrar una dieta correcta, basada en verduras,
frutas y cereales, y en la reducción de los productos de origen animal,
azúcares y grasas.
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