Boletin:          UNAM-2000/055      

Lugar: Ciudad Universitaria

Fecha: Viernes, 11 de Febrero de 2000

 

EL ARMAMENTO BIOLÓGICO DE DESTRUCCION MASIVA, UNA REALIDAD

 

·        Documentado artículo de Miguel Angel Cevallos en la revista ¿Cómoves?

 

El armamento biológico de destrucción masiva es una realidad, por tanto, el gobierno de los Estados Unidos asignó en el último año, importante presupuesto para desarrollar un mecanismo eficiente que permita prevenir, detectar y combatir ataques con bioarmamento en su territorio.

 

Es entonces, que México, un país pacifista por vocación, debe seguir apoyando e incluso encabezar cualquier iniciativa internacional que detenga la proliferación del armamento biológico, afirma Miguel Angel Cevallos, doctor en investigación biomédica básica, que actualmente trabaja en el Centro de Investigación sobre Fijación del Nitrógeno de la UNAM,

 

En un amplio y documentado artículo que publica la revista ¿Cómoves? que edita la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, el investigador universitario refiere que en mayo de 1992, Boris Yeltsin admitió que en Sverdlovsk (hoy Ekaterinburgo) se estaban desarrollando armas biológicas.

 

Ese mismo año emigró a los Estados Unidos el doctor Ken Alibek, científico en jefe de la institución militar soviética encargada del desarrollo de las armas biológicas de 1988 a 1992, quien confirmó que Rusia posee armas para una guerra biológica en gran escala. Además, lo que últimamente ha alarmado a las autoridades de muchos países, es que ciertos grupos terroristas ya tienen acceso a ese tipo de armamento biológico.

 

Como guerra biológica se entiende el uso de enfermedades producidas por microorganismos o agentes bioactivos (toxinas), que se utilizan con el fin de dañar o aniquilar a las fuerzas militares del enemigo, a sus poblaciones civiles, o para contaminar sus fuentes de agua o alimentación.

 

Para fabricar un arma biológica, teóricamente se puede utilizar cualquier microorganismo patogénico. En el manual de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OT AN), se mencionan 31 organismos con una potencialidad real de ser usados como armas biológicas; entre ellos, los causantes de la viruela, la peste, el tifus y la influenza.

 

Entre otros conceptos, en el artículo se hace una breve historia de cómo ya desde épocas muy remotas se utilizaban diferentes medios para contaminar los suministros de agua o de alimentación de los enemigos, hasta llegar al manejo de estas armas en la Primera y Segunda Guerra Mundial, sin dejar de mencionar algunos ejemplos como el de la secta religiosa que en 1984 contaminó con bacterias salmonela, las barras de ensalada de una cadena de restaurantes en Dallas, Oregon.

 

El crecimiento de este tipo de armas, se comenta, fue detenido, (al menos oficialmente), con la firma del tratado surgido durante la Convención de Armas Tóxicas y Biológicas de 1972. En el documento se prohíbe el uso y desarrollo de armas biológicas; sin embargo, se sospecha que algunos países todavía tienen programas de desarrollo de armamento biológico e incluso, algunos cuentan con grandes cantidades almacenadas.

 

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